Domingo 20 de mayo de 2001 | ||
Julio Lavallén, un periodista con pincel |
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Julio Lavallén nació en Concordia, Entre Ríos, vivió en Buenos Aires unos años y paseó por el exterior hasta recalar en España durante casi doce años. Está considerado un gran pintor, y ahora expone en la porteña galería VYP. |
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Casi encerrado en la soledad de su taller Julio Lavallén no deja de percibir imágenes de la realidad que por distintos caminos él transforma en arte y dice "las pinturas nos susurran necesidades y el secreto es dejarlas crecer de acuerdo a sus indicaciones". - ¿Cómo fueron los principios? - Muchas veces las cosas empiezan como un pasatiempo cuando uno es chico, pero me fui involucrando cada vez más. Yo no conocía a ningún pintor, en realidad la segunda muestra que vi en mi vida fue una mía, después de haber visto una de fotografía en el museo de Concordia, mi ciudad natal, donde luego fui mostrando mis cosas y metiéndome en esta historia. La primera experiencia fue en mi provincia y luego a los 22 años vine a Buenos Aires y me quedé unos diez. Esto me abrió un panorama diferente, yo había venido de visita y veía a la ciudad como una especie de Meca y el hecho de estar en la Capital me dio otras perspectivas, aprendí, conocí muchos artistas y me terminó de formar. - ¿Luego de Buenos Aires fue España? - Estuve esos diez años en Buenos Aires y casi doce en España. Lo que pasó es que llegó un momento en los años 80 en que tuve un cierto éxito que me permitió viajar, entonces me fui de la Meca al exterior. Cierto éxito significa tener la posibilidad de exponer con continuidad, vender la obra y vivir de mi trabajo. Me permitió tener libertad de escoger y hacer algunas experiencias diferentes. Entre otras, fue vivir fuera del país, aunque mi idea no era estar tanto tiempo. Pero estaba abierto y lo de España fue accidental, tal vez hubiera preferido un país donde no se hablara castellano, porque la experiencia como extranjero es más fuerte, menos confusa. Hice intentos por Estados Unidos, Francia y algo en Italia, pero lo que primero surgió como posibilidad cierta fue España. Yo siempre me moví por trabajo y entonces conseguí una galería que me hizo un contrato y empecé a trabajar en Madrid. Eso motivó que me instalara en ese país y me permitió conocer otros lugares de Europa y hacer contactos para otros trabajos. - ¿Cómo evolucionó el estilo? - Yo creo que uno se va puliendo, encontrando más elementos de juicio para hacer lo mismo que hacía siempre. Siento que lo mío no cambia demasiado, son variaciones o en caso el profundizar más, no siento que haya modificado mi punto de vista de pintor. Básicamente adquirí más oficio, y lo importante es que aprendí a relacionarme un poco más con lo que pasa fuera del taller. El hecho de una experiencia internacional prolongada y bastante activa a uno le da una especie de blindaje y una cierta autoridad que le permite determinar las cosas que a uno verdaderamente le interesan y aquellas que no. Siento que me empecé a definir más como individuo en tanto que fui conociendo de primera mano muchas obras famosas. Así uno adquiere claridad en cuanto a los intereses y gustos sobre cosas reconocidas y elogiadas que pueden o no interesarte directamente, gustarte. Esas son cosas que estando en una actitud provinciana, en la que se mira al exterior como a cosas inalcanzables, llega un momento en que te das cuenta de que esas cosas son alcanzables, posibles y se pueden ver e incluso no comulgar con la idea generalizada de que esto o aquello es una obra de arte. Se puede decir que hay pinturas de ciertos artistas considerados grandes que a uno no le interesan. Se adquiere entonces una cierta independencia de lo establecido. - En cuanto a tu obra, ¿se puede decir que parte especialmente de la figura humana? - En el caso de la muestra de VYP lo es, se trata de un homenaje a una mujer que es mi pareja actual, se llama María Morales Miy y es una actriz argentina que conocí cuando volví a Buenos Aires. Entonces toda la obra es como una carta de amor, de los amores esos que rompen un pecho con flores, aunque no siempre desprovistas de espinas. Yo siempre he tenido como centro la figura, la gente, aunque hice diferentes cosas. Hubo épocas en que el tema como elemento pictórico eran las bicicletas (un bello mecanismo para pintar), otras épocas pinté autos y mujeres o temáticas como el circo, referidas a mi memoria de infancia, pero siempre pinté personajes, rostros de la calle, amigos. En una época decían que yo era un pintor social, pero no me siento así. Pero está bien, ocurre que la gente estructura cosas y constriñe las manifestaciones del pintor para hacer una mejor lectura y poder comprender una obra . En realidad yo me siento como una especie de periodista de mi vida en el sentido de que noto que hago cosas que me interesan o entusiasman en un momento dado. En el caso de la fotografía, también me ha servido como un elemento para captar ideas e imágenes. Colecciono libros de fotografías, pero también me interesan las de diarios y revistas. Me paso muchas horas encerrado en el taller por la necesidades de mi trabajo y esas imágenes que enriquecen mi vocabulario como pintor, muchas veces provienen de la fotografía. Lejos del pesimismo cotidiano Después de diez años fuera del país Julio Lavallén regresó "porque con el tiempo me fui dando cuenta que mi destino es argentino y éste es mi lugar. Mi experiencia de extranjero ya estaba terminada. Independientemente de las circunstancias del país, creo que uno se debe a su lugar, se empieza a sentir esa pertenencia." Ajustarse a las necesidades Muchos califican a Julio Lavallén como un "pintorazo". Ahora, eso ¿le permite vivir de su trabajo? Julio Pagani |
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