Sábado 26 de mayo de 2001 | ||
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Cómo estudiar con la adversidad como compañera |
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Varvarco está a 113 kilómetros de Chos Malal, al pie de la cordillera. Hasta este lejano lugar llegan chicos con ganas de aprender, quienes que para poder estudiar enfrentan el frío y la distancia. |
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VARVARCO (Enviado especial, Adriano Calalesina).- La adversidad no es otra cosa que el costado de una sencilla vida que los chicos de escuelas de los parajes de la Patagonia deben enfrentar todos los días. La luz del alba es la esperada señal para que a la hora exacta la mano de un niño abra la tranquera del corral y deje escapar a sus animales para no verlos más hasta el atardecer. Satisfecho con esto, se prepara para ir a la escuela. No importa cómo lo haga. Lo importante es llegar al aula. Entre los cerros, en uno de los intrincados caminos que conduce al norte de Neuquén, se encuentra la pequeña localidad de Varvarco, a 113 kilómetros al norte de Chos Malal. Allí, nadie sale impune de las bajas temperaturas que en pleno invierno llegan hasta los 22 grados bajo cero. Una geografía teñida de matices marrones, vientos que hacen volar rocas de lo alto de los cerros y nubarrones que amenazan todo el tiempo. Ramón Atilio Vázquez, con sólo 14 años, sabe que para llegar a tiempo a las clases de su maestra Alejandra tiene que partir de su casa una hora antes de que suene la campana de entrada. Por estos días a las 7 de mañana está muy oscuro, pero Atilio asegura "no tener miedo" cuando desafía diariamente a pie el largo recorrido sinuoso de 7 kilómetros (catorce ida y vuelta) acompañado de abruptos precipicios. Antes de cada partida, su madre le acomoda el cabello, le arregla la ropa y lo despide con dos besos en el acceso al camino que va a la escuela de Varvarco. Sin lamentos, Atilio asegura que no seguirá estudiando cuando termine la escuela primaria el año que viene. A él sólo le apasiona cuidar a los animales, y faldear los "piños", como le llaman en el norte al rebaño de chivos, que apostados en los cerros se ven a los lejos como pequeños puntos blancos moviéndose desde las laderas hacia las cumbres de los cerros y viceversa. Pero Atilio no es el único chico que sexto grado que tiene que enfrentar las duras condiciones climáticas adversas que muchas veces no le permiten llegar a la escuela. A lo largo y ancho de la provincia de Neuquén existen 64 escuelas que se encuentran en zonas poco accesibles. Es por esta razón que el ciclo lectivo -a la inversa de los demás- comienza en los primeros días de setiembre, cuando asoma la primavera y culmina en mayo, con el invierno en la puerta. Ayer en Varvarco, los chicos de la escuela 206 festejaron por tres. Primero, el aniversario del 25 de mayo, después la despedida de los flamantes egresados de jardín y séptimo grado, y por último, la culminación del ciclo lectivo 2000-2001 donde asistieron autoridades del gobierno. Enseñar en los parajes La ríspida geografía de Varvarco, fue el lugar elegido por 8 maestras sin otra pasión que la de enseñar en cualquier rincón de la provincia donde haya un niño. Según Nora Mantero, directora de la escuela, "los contenidos educativos que se dan en la provincia en este lugar los vamos adaptando a la geografía y a las costumbres de los chicos, aunque sean los mismos". Los eternos silencios que esconden las montañas y la quietud de una vida con menos impulso que la de las grandes ciudades, hacen que los niños de Varvarco y zonas cercanas posean otras cualidades en sus sentidos. No es casual que en ese lugar los alumnos tengan preferencia por disfrutar plenamente las clases de música. Sandra Pino, maestra de música, dice que "muchos piensan que ellos no tienen otras posibilidades de contacto, pero la verdad es que son los chicos más creativos que conocí. Tienen la capacidad de percibir y diferenciar diferentes sonidos. En las clases les gusta mucho la música de la zona, como las cuecas, las rancheras y hasta música mexicana. Ellos tienen mucho respeto por escuchar algo diferente, son chicos muy alegres". Y en verdad que lo son. Los ocho egresados Atilio, una vida tranquila y con sacrificios Foto 1: Los chicos recorren las calles de Varvarco portando la bandera. Algunos a punto de egresar y otros, recién empiezan a estudiar. Foto 2: Atilio junto a los animales que cuida con esmero. |
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