Lunes 30 de abril de 2001
 

Chicos de entre 8 y 13 años trabajan en las chacras

 

En cada inspección que realiza el sindicato de los trabajadores rurales en las chacras detecta a chicos cosechando frutas o limpiando acequias, según la época del año. Los datos de la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil señalan que unos 180.000 chicos trabajan en el campo y otros 252.000 lo hacen en las ciudades de todo el país. En la región, se lucha para revertir esta situación. Directivos de escuelas están en esta tarea.

  Tienen entre 8 y 16 años pero ya saben que el dinero que ganan cosechando, levantando bins o desmalezando los montes frutales es una ayuda importante para sacar adelante a toda la familia. En la mayoría de los casos, acompañan a sus padres para que el trabajo rinda más y también para tener un peso extra que les permita llegar a fin de mes algo más tranquilos.
No alcanza pero el aporte de los chicos es fundamental, aunque las consecuencias del trabajo infantil sean preocupantes y, en general, afectan su presente y complican seriamente su futuro.
Si bien no existen cifras oficiales de la región del Alto Valle, en cada inspección que realiza el sindicato de los trabajadores rurales en las chacras detecta a chicos cosechando frutas o limpiando acequias, según la época del año. "Tenemos casos de niños de 8 años que recolectan frutas del suelo y de 13 que cosechan o manejan tractores", señalaron desde la delegación de UATRE con asiento en Roca y que cubre la jurisdicción comprendida entre Allen e Ingeniero Huergo.
A nivel nacional, los números son alarmantes: los datos que maneja la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti) señalan que unos 180.000 chicos trabajan en el campo y otros 252.000 lo hacen en las ciudades de todo el país.
Cuando se conocieron estas cifras, la Conaeti y Unicef Argentina comenzaron una difícil batalla para introducir este tema como política de Estado y combatirlo con la educación como herramienta más efectiva.
En la región, también se trabaja para revertir esta situación. La pelea se realiza desde dos frentes: el sindicato de los rurales y los directivos de algunas escuelas ubicadas en estas zonas, quienes han asumido un fuerte compromiso para garantizarles a los chicos la posibilidad de continuar las actividades escolares.
Por un lado, desde UATRE tratan de exigir a los empleadores para que cumplan con los requisitos establecidos en la ley nacional 22.248 que regula el trabajo agrario. En este sentido, la legislación prohíbe el trabajo de menores de 14 años en cualquier tarea aunque esa determinación no rige cuando integra el grupo de trabajo junto a su familia y el horario le permite una asistencia regular a la escuela.
Es precisamente en este aspecto donde se presenta la primera dificultad. "Como los chicos tienen la autorización de los padres para trabajar, porque los acompañan en las diferentes tareas, se nos hace difícil denunciar los casos en la subsecretaría de Trabajo porque nos encontramos con esa negativa. Los jefes de familia sostienen que es importante el aporte de sus hijos y que no pueden dejar de trabajar. Sin embargo, cuando se detectan irregularidades se los deriva a Trabajo para que exigen a los empleadores el cumplimiento de la ley", señalaron en la delegación roquense de UATRE.
No sólo la decisión de los padres en aprobar el trabajo de sus hijos se constituye en un obstáculo. En muchos casos, los propios chicos prefieren realizar tareas fuera de sus casas y no concurrir a la escuela. "A mi no me gusta ir a la escuela. Me gusta cosechar porque uno se gana la plata y se puede comprar cosas, ropa qué se yo...", dijo Ignacio, quien desde hace varios años viaja desde Salta con su familia para colaborar en la recolección del tomate en una chacra de Choele Choel.
A los docentes que desarrollan sus actividades en los establecimientos ubicados en áreas rurales o semirrurales tampoco les resulta fácil dar clases en los cursos donde cierto número de chicos trabajan en horario extra escolar.
Y es mucho más complejo si se tiene en cuenta que el Ejecutivo nacional envió a principios de mes un proyecto de ley destinado a fijar en 15 años la edad mínima de admisión al empleo y establecer un principio de progresividad tendiente a eliminar el trabajo infantil. (ver aparte)
Entonces, los maestros se encuentran ante una encrucijada: continuar con el normal dictado de clases sin tener en cuenta estos casos particulares, o bien adaptar las actividades académicas a las situaciones que atraviesan los alumnos que deben cumplir con su trabajo todos los días.
Es allí cuando se dejan de lado las normativas porque la realidad los involucra directamente y no quedan otras posibilidades. "Cuando se detecta algún caso, tratamos de averiguar el por qué y en qué condiciones se dan. Entonces, tenemos entrevistas con los padres para profundizar las razones. La necesidad fundamental es que la escuela se adapte a la realidad del medio para evitar la deserción y los fracasos escolares", manifestó Gustavo Bonader, vice director del secundario de J.J. Gómez.Como ejemplo, el docente mencionó que en el turno mañana existen entre 10 y 15 chicos que ayudan a sus padres en tareas rurales, aserraderos o talleres mecánicos. Tal vez no sean muchos sobre una población de 300 alumnos pero obliga a pensar en alternativas al modelo académico tradicional. (ver aparte). (Agencias Roca y Valle Medio)

Foto: En la mayoría de los casos, acompañan a sus padres para que el trabajo rinda más y también para tener un peso extra.

   
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