Lunes 9 de abril de 2001

 

Se perdieron 1.100 has productivas por loteos

 

La crisis que viven muchos productores los hizo vender sus tierras. El fraccionamiento representa entre cuatro y cinco veces más de lo que podría obtenerse por vender la chacra.

  En los últimos nueve años las ciudades del Alto Valle se "comieron" más de 1.100 hectáreas de tierras productivas dedicadas a la fruticultura y que se convirtieron en su mayoría en barrios.
Esta cifra representa la superficie por la que se dejó de pagar el servicio de riego, pero las autoridades del Consorcio de Segundo Grado, que agrupa a los productores desde Cinco Saltos a Chichinales, estiman que son alrededor de 2.000 las hectáreas que dejaron de producir.
Mucho tuvo que ver en este proceso el negocio que las inmobiliarias detectaron en los loteos. La asfixiante situación económica que viven muchos productores los hizo optar por vender sus tierras. Con la intermediación de las inmobiliarias, la subdivisión de chacras tuvo un importantes despegue. El fraccionamiento representa entre cuatro y cinco veces más de lo que podría obtenerse por vender la chacra.
En 1992 había aproximadamente 60.000 hectáreas que contaban con el servicio de riego. Actualmente esta cifra bajó a 58.858 hectáreas.
Nada indica que esta tendencia se revierta y cada vez son más los permisos que se solicitan para subdividir los terrenos. El paso siguiente es la venta fraccionada y la construcción de casas en zonas productivas.
Eduardo Alba y Norma Coriolani, autoridades de la entidad, señalaron que el loteo de chacras no sólo representa un perjuicio por la disminución de las hectáreas dedicadas a la producción, siendo que ésta es la principal actividad económica de la región, sino que también causa un impacto negativo en las parcelas con frutales que limitan con los nuevos barrios. Además, el desempadronamiento también representa una merma en la demanda laboral que el sector frutícola genera cada año. Se calcula que por cada dos hectáreas en producción es necesario el empleo de una persona. Esto significaría que desaparecieron casi 600 puestos de trabajo que las chacras generaban en menos de diez años.
Otro dato a tener en cuenta es la merma en la producción: si se multiplican las más de 1.100 hectáreas que dejaron de trabajarse por los 35.000 kilos promedio que puede producir una hectárea, se obtiene que 38.500.000 kilos ya no son comercializados. Otros sectores rurales próximos a las ciudades también dejaron paso a planes habitacionales que transformaron la fisonomía de varias localidades del Alto Valle.
Roca es un caso paradigmático y según las estadísticas que maneja el consorcio son 313 las hectáreas que se subdividieron. La mayoría de estas tierras hoy conforman barrios privados que se extienden hacia el sur, pasando la ruta 22.
Las estadísticas de Cipolletti no son menos significativas: desde 1938 a la actualidad, las tierras productivas absorbidas por el crecimiento de la ciudad mermaron en 1.303 las hectáreas dedicadas a la fruticultura. Del 92 a esta fecha se calcula que son más de 300 las hectáreas loteadas en esa ciudad.
En el caso de Regina en los últimos nueve años 100 hectáreas fueron subdivididas para realizar loteos o planes habitacionales.
También es llamativo el caso de Huergo, que cuenta con poco más de 7.000 hectáreas dedicadas a la producción, de las cuales 30 fueron loteadas y 127 van por el mismo camino.
La queja repetida de los productores apunta a la falta de planificación de los municipios a la hora de autorizar nuevos loteos.
Ante este planteo varias comunas del Alto Valle decidieron limitar el desarrollo las subdivisiones hasta tanto no se dicte una norma que deje bien en claro cuál es el área urbana en la que pueden construirse nuevos barrios y cuál la zona rural que no se puede seguir acotando.

Los municipios pusieron límites

El crecimiento de las principales ciudades del Alto Valle restando hectáreas al sector productivo fue un tema al que los municipios de la región tuvieron que ponerle un límite. Con este fin, Cipolletti y Regina decidieron sancionar ordenanzas que limiten el crecimiento hacia las zonas productivas, y Roca analiza cómo darle un marco ordenado a las nuevas edificaciones de la ciudad.
En el caso de Cipolletti, no se podrán realizar loteos al sur de la ruta 22, desde el puente 83 hasta los puentes que comunican con Neuquén. Tampoco en la zona ubicada entre la ruta 151, desde el puente ferroviario, hasta el límite con el ejido de Cinco Saltos.
Más allá de esta norma, existen dos proyectos para lotear que están bajo la lupa del Deliberante local en estas zonas prohibidas.
El caso de Regina es particular porque la invasión de la ciudad sobre las chacras se ha producido principalmente por los planes habitacionales que se han construido en los últimos años. La zona sur y oeste de la ciudad han cobijado a los nuevos barrios.
En esta localidad las chacras que habían quedado encerradas dentro del ejido urbano fueron desapareciendo paulatinamente. Por este motivo, y a través de la norma 82/96 modificada en 1999, se determinó que el crecimiento urbano no podrá extenderse fuera del denominado "cordón verde".
En Roca, todas las fichas están puestas en la conclusiones de los talleres del Desur. El informe discutido con 42 instituciones de la ciudad será el origen de la nueva ordenanza que regirá el crecimiento urbano de la ciudad.

La subdivisión reporta buena rentabilidad

El negocio inmobiliario encontró una importante veta a partir de los loteos privados en la zonas rurales de las ciudades del Alto Valle. La necesidad de salvar una situación económica comprometida y la fuerte caída de la rentabilidad de la actividad frutícola en la región son dos de las aristas que llevan a los productores a vender una chacra, o unas hectáreas de esta, para su subdivisión.
Cada productor que opte por vender sus tierras para un loteo puede obtener entre 4 y 5 veces más de lo que lograría si las vendiera como tierras productivas. Una hectárea de una chacra en una buena ubicación y con un monte frutal en plena producción puede costar unos 15.000 pesos. El valor que se puede obtener con el fraccionamiento de la superficie puede cuadriplicar y hasta quintuplicar esta cifra.
Para los responsables de la inmobiliaria Bienes Raíces, de Roca, el fenómeno de los barrios en la zona rural se empezó a producir hace unos cinco años. Cada vez más gente empezó a optar por salir del centro de la ciudad para instalarse en la zona rural. Ya no con el objetivo de tener una casa quinta de fin de semana, sino como un lugar de residencia fijo. Poco a poco, las casas en la zona de chacras dejaron de ser para un sector selecto y con altos ingresos. Desde la inmobiliaria roquense sostienen que esta tendencia se estancó y que con la actual recesión económica los que optan por esta alternativa son cada vez menos.
Cabe destacar que en esta ciudad el municipio ordenó parar los loteos hasta que no sea sancionada una ordenanza que regule la actividad. El mismo camino han elegido otros municipios del Alto Valle.
Las contras de instalarse a vivir a kilómetros del centro de la ciudad pasan por contar con sólo luz y agua como servicios básicos y la necesidad de utilizar tubos de gas y pozos ciegos. Con la instalación del gas rural en toda la zona rural de Roca este déficit quedaría sorteado.
Entre las ventajas que se enumeran desde el sector inmobiliario está la tranquilidad que se gana, a estar lejos del "mundanal ruido", y la privacidad y seguridad que se obtiene en estos barrios privados.

Los consorcios de riego son los más afectados

Los consorcios de riego del Alto Valle de Río Negro son los principales perjudicados por los loteos en la zona rural. Cada vez que se desafectan hectáreas en la zona de chacras estos organismos dejan de percibir una importante cantidad de ingresos que les permiten asegurar la prestación del servicio.
Un ejemplo: si se desafectan 400 hectáreas del consorcio de Roca (ya hay desempadronadas más de 300), la entidad deja de percibir aproximadamente 28.000 pesos por año, el presupuesto de la entidad de un mes. Además, se reciente el funcionamiento de la entidad y ésta debe destinar mayor cantidad de dinero para prestar el servicio. "La actividad agrícola está en decadencia y esto causó que cada vez mas chacareros opten por vender sus chacras y se produzca el loteo", señaló Angel Spanpani, titular del Consorcio de Riego de Roca.
Para el directivo, otra de las principales consecuencias es el incremento de basura que se arroja a los canales y que perturba la normal provisión de agua a las chacras.
Además, la existencia continua de luz en medio de las chacras produce la proliferación de plagas, como la carpocapsa. También la arañuela encuentra condiciones propicias para desarrollarse en las plantas que acumulan polvo por el paso constante de vehículos por caminos de tierra.
Spanpani precisó que en el caso puntual de Roca es necesaria una ordenanza que delimite las áreas urbanas, para que los loteos en la zona de chacras no sigan restando tierras productivas y afectando las condiciones naturales de desarrollo de la fruticultura en la ciudad.
Desde julio, los loteos de chacras para construir barrios en el medio de la zona rural, tienen un nuevo obstáculo impuesto por el DPA: por cada hectárea que se subdivisione se deberán pagar 4000 pesos por resarcimiento futuro para los consorcios de riego.
   
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