"El caso está esclarecido en un 80%"

Los peritajes que se realizan en el Instituto Balseiro, en un laboratorio de Cipolletti y en el área de Criminalística de la Policía neuquina servirán para despejar el camino que lleva al esclarecimiento del crimen del pequeño Sergio Acuña.

CUTRAL CO (ACC y enviado especial).- Los investigadores del asesinato de Sergio Javier Acuña creen que la pesquisa está perfectamente "direccionada" y que el esclarecimiento del caso está consumado en "un 80 por ciento".
Así las cosas, esperan con ansias los resultados de una batería de pericias que apuntalarán definitivamente la hipótesis de que el crimen del niño -que sacude a Cutral Co y Plaza Huincul- tuvo origen en el seno familiar.
El fiscal Santiago Terán ordenó el peritaje de trapos, repasadores y rejillas que podrían haber sido usados para limpiar la sangre que emanó de la herida que perforó el pecho del pequeño. Los mismos fueron secuestrados en la casa de la familia Acuña entre el viernes y el sábado.
Los materiales irán al Instituto Balseiro de Bariloche, el mismo lugar donde se realiza el análisis de la prueba de parafina (mediante la que se buscan restos de pólvora en las manos) que se le realizó a la hermana de Sergio.
A la ciudad lacustre también viajaron prendas de vestir de la joven. En las mismas se buscarán restos de pólvora y se analizarán manchas que podrían ser de sangre. Paralelamente, se enviaron media docena de muestras de sangre para determinar el ADN. Con el análisis de las prendas de vestir del pequeño, por otra parte, se quiere establecer la distancia desde la que se disparó el balazo mortal, que salió de un revólver que el papá mantenía a los pies de su cama.
Hay otros elementos que están bajo la lupa de los investigadores. Por caso, una jeringa, el plomo de la bala y cabellos. Los investigadores no descartan que el asesino haya usado guantes al momento de accionar el gatillo.
Los análisis se harán (algunos ya se están haciendo) en el Balseiro, en un laboratorio de Cipolletti, y en el área de Criminalística de la Policía de Neuquén.
"Había familiaridad entre la víctima y el victimario", afirmó ayer una fuente judicial que no dudó en reconocer que la investigación marcha "sin frustraciones".
El viernes, el pequeño Sergio Acuña fue encontrado muerto con un balazo en el pecho tirado en el piso del pasillo de su casa, ubicada en el centro de Cutral Co. Tenía la cabeza cubierta con una bolsa de nailon y una toalla alrededor del cuello: un escenario montado para engañar a los investigadores, según determinaron de inmediato los peritos.
Fue la hermana de Sergio la que cruzó la calle para dar aviso a la Policía. Ese día la muchacha faltó al colegio, tal como se lo había advertido 24 horas antes a los profesores, pero no a su padre que, poco antes del horario de entrada, la dejó en las puertas del establecimiento.
La chica fue primero al hospital de Cutral Co donde, con una identidad falsa, pidió que la atendieron por una presunta lesión en el ojo, que le habría sido provocada por un tizazo que recibió en la escuela. Tras avisarle a la Policía, la chica corrió hasta el comercio que vende repuestos de motos ubicado junto a su casa. Allí, "llorisqueando", le dijo a la dueña del local: "Mi hermanito está muerto". El mismo médico que le revisó el ojo fue encargado de verificar que Sergio estaba muerto. El pequeño, se supo después, tenía terror de quedarse solo con su hermana y ya se lo había expresado a su mamá en más de una oportunidad.
Raúl Acuña, su esposa Elsa Febré y la muchacha, volvieron a su casa de la calle Sáenz Peña al 274 el domingo, luego del exhaustivo trabajo de recolección de prueba que hicieron los peritos policiales. En la casa donde se clavan todas las miradas de la comarca petrolera tratan de llevar una vida lo más normal posible y responden a cada llamado de la justicia.

Foto: Los Acuña ayer, en la puerta de su casa, al retornar de una diligencia en los tribunales.