Domingo 29 de abril de 2001

 

Una parodia inteligente de la soledad y la frustración

 

Obra: "Mattinata". Autor: Jorge D´Elía. Dirección general, escenografía y luces: Carlos Thiel. Elenco: María Eugenia Bermejo, Verónica Caliva, Lalo Bertoni y Marcelo Merlo. Asistente de dirección: Ana María Bertoni. Utilera: Mercedes Velazco. Vestuario: Juan Carlos Nicolau. Musicalización: Alan Tetchiev

  La soledad lleva a las gentes a definirse por sus carencias y por sus necesidades.
Paradójicamente, en un individualismo sin horizontes sólo cabe el otro. La imaginaria mirada del otro. Pero es entonces cuando los diálogos se transforman en monólogos cara a cara, en los que nadie escucha, ensordecido por el afán de ser escuchado, de ser amado.
"Mattinata" es la comedia de la soledad y la frustración, de la expectativa y la frustración.
Y la puesta en escena de esta obra, estrenada el viernes por la Comedia Fundación Cultural Patagonia, le hace honor a la pieza y al prestigio del elenco.
La comedia está allí, no sólo en la impiadosa mirada de la pobreza económica y humana, sino también en una estructura que, desde el primer momento, invita al espectador a una complicidad divertida:
Personajes que viven en diferentes habitaciones de una pensión de mala muerte del centro de Buenos Aires, comparten el escenario y, en él, la mesa, la cama, la puerta... Y corresponde al espectador ordenar y "leer" una acción que se presenta intercala da y ágil.
Dos acciones, a veces con sinuosas coincidencias de contenido o de tono, van planteando dos modos de seducción. Y en la búsqueda de un vínculo, los dos personajes se retratan en su época, su ambiente social, sus falsas percepciones de ellos mismos. Y todo, en una ciudad recortada de sus perfiles verticales en la intimidad de lo más privado y lo más social: la vida cotidiana, esa construcción social permanente y mudable como la humanidad misma.
Pero "Mattinata", si bien comedia, dista de ser una farsa. Es una parodia dramática e inmisericorde de la resignación y la pena. Y divierte, pero también conmueve y apena.
Ambientada originalmente en un tiempo no muy determinado pero rondando los años ´70, la crisis económica le aporta un compomente de actualidad. Esta obra obtuvo el Primer Premio Nacional de Teatro 1978/79 otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación. Pero esta distinción recién se hizo pública y se entregó a su autor, el actor Jorge D´Elía, en 1983 con el retorno del sistema democrático al país.
Todo en la estructura dramática de la obra tiene algo de juego. Hasta la escenografía, que le huye a la lógica invirtiendo o exagerando perspectivas.
También la tácita enunciación de un ámbito compartido, en que los actores se cruzan sin mirar a quienes son "ajenos" a su propia línea de acción, a su propio libreto. El conventillo, virtualizado en una recatada promiscuidad.
En cuanto a los tiempos y a los tonos, el primer acto plantea las expectativas, las búsquedas, las ilusiones, y lo hace con tonos medios y gestos más cortos y suaves. Cada personaje, intenta una apertura hacia el otro, pero acotada, mucho más referenciada en sí mismo, aunque con sorpresas: La dulce dama que invoca al demonio, los oblicuos cambios de tema hacia la receta de un cóctel, la música o el canto del canario.
Y el segundo es la hora de la decepción, del hastío, de la frustración que desemboca luego en la traición. Un final que se despide de la comedia en un remate trágico.
Sólo la puerta abierta de la jaula, que ha dejado en libertad al pájaro, conecta otra vez con la esperanza, esa tozuda excusa para encontrarle sentido a la vida.
Lalo Bertoni se luce, suelto y a sus anchas en el papel de Honorio, en su natural simpleza, en su vanidad de pavo real y en su derrota.
Marcelo Merlo trueca con habilidad de perfiles, conforme su personaje le exige el tipo intelectual, el seductor mendaz o el "cafisho".
En cuanto a las mujeres, menos conocidas en los escenarios de la zona, Verónica Caliva resulta convincente en la pacatería mezquina de Raquel, mientras que la debutante María Eugenia Bermejo se afirma con el transcurso de la obra hasta lograr unaViky enérgica y desenfadada.
Un excelente trabajo de dirección de Carlos Thiel, para una obra inteligente y madura.

Alicia Miller

   
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