Martes 24 de abril de 2001

 

Ismael Serrano trae la nueva canción de España

 

Es un niño mimado por aquellos que ven en él a un continuador de la vertiente de los trovadores populares y en quien adivinan cierto parentesco directo con el catalán Joan Manuel Serrat. Para los amantes de un género que bien podría llamarse "del buen decir" haciendo música, llega para actuar en Neuquén el compositor y músico Ismael Serrano. Con tres discos bajo el brazo, regresa a esta capital donde estuvo hace un par de años para promocionar sus canciones.

  NEUQUEN (AN) Dice Ismael Serrano que no es un artista para cambiar el mundo, que sólo pretende con sus canciones que nadie se sienta solo. De todos modos su "temática con recado" como la define, en más de una ocasión remite a situaciones que en el fondo encierran el anhelo de un mundo mejor.
El español, heredero de una casta de trovadores populares de la mejor estirpe, regresa a Neuquén, donde estuvo hace un par de años, para el lanzamiento del segundo de sus discos, en un pub de la calle Rivadavia. Cantó y tocó la guitarra para unos pocos, en una sesión intimista que dejó a buena parte de sus seguidores con las ganas de escucharlo.
Finalmente cumplirá con lo prometido en aquella oportunidad: realizará un concierto el jueves próximo, a las 21.30 en el cine Español de Neuquén, con la organización de Jazz Producciones de Pablo Celoria y asociados.
¿Cómo comienza con la música? Desde muy jovencito, ya que desde su nacimiento en 1974, se escuchaba en su hogar a los mejores: Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Guerrero y hasta el mismísimo Luis Aute. Toda una generación de excelentes músicos con la cual, vía discos, Ismael aprendió a tocar la guitarra.
Donde más encontró eco a su apasionamiento, fue en su propio hogar y junto a su padre, quien lo envió desde niño a estudiar solfeo y piano. Pero recién a los 16 años se animó a componer los primeros temas, sobre todo, inspirándose para musicalizar poemas de Neruda, Benedetti o Blas Otero. Fue allí donde comenzaron a invitarlo para actuar en numerosas fiestas solidarias, en locales de asociaciones de vecinos e incluso en casa ocupadas.
A principios de 1994 Ismael se lanzó a ejecutar por los cafés del circuito musical madrileño y así durante todo ese año, estuvo en tabernas, festivales y en una campaña europea contra el racismo y la xenofobia.
Es el primero en anotarse a favor de causas internacionales, acompañó en un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, en actos de apoyo a la lucha zapatista o en una actividad de las Brigadas Internacionales en el Palacio de los Deportes de Madrid, el 5 de noviembre de 1996. Durante todos estos conciertos, compartió el escenario con prestigiosas figuras de la talla de Rafael Amor, Pablo Guerrero, Olga Manzano, Quintín Cabrera y Paco Ibáñez.
Después de tantos avatares en vivo, pudo lograr, en agosto de 1995 trabajar en la producción de su primer disco, que se extendió en un laboreo a lo largo del año siguiente, hasta que por fin logró el compacto "Atrapados en azul".
Fue un acontecimiento inolvidable para el jovencísimo cantante y autor.
Allí, en el lanzamiento estuvieron Luis Eduardo Aute y Antonio Muñoz Molina, quienes redactaron textos a modo de presentación de Serrano.
Animado por la repercusión de su placa inicial, sumó los esfuerzos y en octubre de 1998 lanzó el segundo álbum "La memoria de los peces", que trajo a Neuquén y mostró ante un reducido auditorio y para los medios periodísticos de la región.
Lo cierto es que fue adquiriendo un perfil interesante, ese mismo año fue nominado para los premios de la música como "mejor autor revelación" y obtuvo el "disco de oro" con más de 80 mil discos vendidos.
El año pasado fue muy fuerte en cuanto a compromisos solidarios, que los llevaron a La Habana en Cuba y sobre todo, a modo de trabajo conjunto con otros autores del continente, ya que grabó junto a Víctor Manuel, Pablo Milanés, Fito Páez, Serrat, Ketama y Santiago Feliú. Contó que los beneficios serán destinados a adquirir material didáctico para las escuelas de música cubana.
A la par, Ismael Serrano fue perfeccionando los temas que conformarían su tercer disco, "Los paraísos desiertos", que fue considerado "tan profundo como exitoso como los anteriores".
El exquisito Luis Aute, cuando lo escuchó por primera vez, consideró que "detrás de aquella voz grave y convincente había, sin dudas, un autor, que renovará las asépticas y estancadas aguas musicales de hoy".
   
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