Sábado 21 de abril de 2001

 

Quintino Cinalli se da el lujo de elegir

 

El percusionista presenta hoy en Roca su disco "Cambio de planes" en trío

  ROCA (AR).- Quintino Cinalli no se la cree. Es una persona con diversidad musical y no necesita sobredimensionamientos de ninguna clase porque en la Argentina ya ha jugado en primera categoría. Fue baterista de Pedro Aznar, tiene el respaldo de Melopea, el sello discográgico de Lito Nebbia y por si fuera poco incursionó dentro el rico continente musical de Dino Saluzzi.
Pero de ninguna manera ha bajado los brazos porque una de sus cuentas pendientes todavía es compartir un escenario con Joe Zawinul, músico que marcó su referente.
Lo de "no se la cree" no es una declaración testimonial. Es una cuestión de decisiones. Hace poco, canceló tres shows en Puerto Rico que Aznar tenía preparados para mediados de junio, "ahora me puedo dar el lujo de elegir", expresó.
Vino a la región a hacer lo que quiere: tocar su propia música y darle forma a las presentaciones de su último trabajo "Cambio de planes" en el que el destacado bajista roquense Andrés Fuhr tuvo el placer de grabar.
Este último trío está formado por Cinalli, en percusión y batería, Leonardo Genovese en teclados, quien en noviembre pasado obtuvo una beca para perfeccionarse musicalmente en Berckley, y Fuhr en bajos.
Hoy a la medianoche tocarán en el café de Italia 1375.
-¿Te incomodó alguna vez tocar con alguien?
-Sí. Y muchas veces hasta con músicos reconocidos. Porque surge siempre esa cosa de ego, de imposición. La competencia que le hace mal a la música.
Yo me doy cuenta la personalidad de alguien cuando toca. Por ejemplo con Luis Salinas, son tipos que necesitan de un espacio en el escenario y a veces te aburrís tocando con él más allá de que sea un tipo bárbaro.
Su música no tiene la profundidad que a mí me parece. Nunca es malo exponer lo que uno piensa.
-¿Por qué acá es muy común ser buen músico y no llegar a Buenos Aires?
-Es la falta de información el estar tan lejos. Yo por ejemplo tuve que emigrar de Venado Tuerto a Buenos Aires para crecer en cierta manera, estar ahí, desarrollarme con los mejores.
Pero, por ejemplo, un músico como Andrés Fuhr tiene que bucear y si se fueras a la Capital seguramente estaría tocando al mismo nivel que cualquiera. Es una cuestión de mostrarse, proyectarse.
-Aunque el techo musical en la Argentina ya dejó de ser Buenos Aires, ¿no?
-Cambió todo. Lo que pasa es que ahora no hay tantos boliches en donde vengan grandes músicos para intercambiar ideas con los argentinos. No tienen el espíritu de hace 15 años atrás.
Cuando fui a la capital era otra cosa. Había lugares como La Trastienda, Jazz y Pop. De esos lugares salieron muchos músicos que fueron reconocidos.
Que hoy Andrés se vaya a Buenos Aires quizás no le serviría tiene que proyectarse hacia el exterior, algo que yo también estoy dispuesto a hacer.
   
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