Martes 17 de abril de 2001

 

"¡Quedate a vivir, Jaime!"

 

Fue uno de los tantos pedidos que se le hicieron al músico uruguayo Jaime Roos el domingo recién pasado durante una excelente presentación en el teatro Español de Neuquén.

  Por varios motivos pero sobre todo por uno fue bueno que Jaime Roos se presentara en tierra patagónica. Porque no nos costaría imaginar a, no sé, Keith Richard y su banda haciendo covers de sí mismo algún día, en la cordillera o en el Valle, pero que Jaime Roos haya dicho y hecho en la región hace unas horas no más, no deja de resultar extraño, y gratificante, por supuesto.
El motivo es básicamente espiritual. Este no es el mejor de los mundos, ni el momento apropiado para casi nada. Los sueños pasan por análisis económicos y misteriosos índices que hablan del riesgo país, estado de la deuda, relaciones armónicas o sensuales con el FMI, saldos negativos o suficientes del PBI, laberintos deducidos del gasto público menos la expectativa de productividad y el etcétera subrealista pero real podría seguir hasta casi hacernos olvidar por qué vale la pena estar vivo. A eso vino el compositor uruguayo este domingo al teatro Español de Neuquén. A decirnos que sin el espíritu somos carne de cañón, híbridos entre la cibernética, el aburrimiento y la carne. Seres de un futuro en blanco y negro.
Hay más sueños y verdaderas oportunidades de zafar del medio ambiente crítico en el que nos movemos en una canción de Roos que en todas las raíces cuadradas de una calculadora. No vivimos porque la canasta familiar cabe en el espacio cúbico de nuestra billetera sino porque ambicionamos algo mejor para después. No mucho después, eso sí. Somos polvo de estrellas, es imprescindible no perderlo de vista.
La muchachada se reveló incapaz de contener sus ganas. Apenas si promediaba una media hora del show que tomó las butacas por asalto y ahí comenzó a sacudir el cuerpo. Había alegría entre esos murgueros vocacionales. Porque a veces se baila con furia y otras porque sí, porque es lindo y punto.
Esta banda del uruguayo viene haciendo ruta desde hace un tiempo. Se le nota en lo afiatado que le sale el sonido. La mayoría son jóvenes pero experimentados. Una formación pen- sada para recrear buena parte de los escenarios creativos del músico. Por eso hubo murga, claro, candombe, milongas, algo de pop y una serie de composiciones incalificables capaces de entrar en dos o más géneros al mismo tiempo. Cuando Roos toca, se escucha la música de los hombres y mujeres libres. No es un logro menor.
Los murgueros tuvieron su reparto en el festín de la gloria. Bailaron hasta donde les dieron las piernas y aguantó la banda. Roos también se dejó mostrar en el territorio de los sonidos sutiles, extraídos de los pedales de una excepcional guitarra eléctrica (Nicolás Ibarburu) y de teclados versátiles. En las pausas que dejaban los rostros estirados por la carcajada y los saltos, se permitió felices duelos instrumentales, donde apenas si se podía respirar en el Español para no perder el hilo de la historia. Cada tanto, los músicos pueden detener el curso de los planetas.
Visitó primero su último álbum "Contraseña" con una advertencia inmediata: "ya vamos a tocar los que ustedes conocen". De igual forma, "Contraseña" es un álbum sutil, rico en matices y muy Roos precisamente por mostrarlo en otro de sus prismas. Tiene muchos.
Luego la murga, los clásicos, el todo por el todo. "Amándote" se hizo esperar detrás de los fuegos artificiales y la sensualidad del candombe pero llegó. La cantaron todos.
El Español no estaba a pleno. Roos mencionó el regreso, lo dijo por lo menos dos veces. "Cuando ustedes así lo dispongan volveremos", le juró a la platea que aplaudió con pasión futbolera. Eso fue después del bis que se extendió por cuatro canciones. Nadie dejó el lugar con un rictus de decepción en la boca. Aunque tratándose de Roos, el bis apenas si estira la nostalgia. "Quédate a vivir Jaime", le grito alguien del público. Y Jaime ya ha empezado a volver.
Claudio Andrade

Ficha técnica

Gustavo Montemurro (teclados), Nicolás Ibarburu (guitarra, los restantes hermanos Ibarburu tocan batería y bajo), Wálter Haedo (percusión). Bessio, Ney Peraza, Alvaro Fontes, Pedro Tacorián y Emilio Muñoz (cantantes).

   
® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación