Martes 3 de abril de 2001

 

Víctor Laplace camina con su ópera prima

 
  El pasado sábado 31 de marzo, se exhibió por fin en Neuquén la ópera prima de Víctor Laplace, que relata -con toques de ternura y humor- los desencuentros entre un padre y su hijo, alejados por un divorcio en el exilio y, en nuestro país, por una cadena de equívocos tejidos por el rencor y la incomprensión.
Mientras Juan Denevi, el padre, festeja los 50 años en su restaurante, una mujer entra con un bebé y lo deposita en sus brazos: es Lucas, su nieto y ella, Manuela, su nuera, que viene a interceder por Facundo, hijo de Juan, que desde hace años vive alejado de Buenos Aires. Ambos han viajado desde Las Glicinas para pedirle ayuda: con Facundo invirtieron todo -hasta la hipoteca de su casa- en un proyecto y están a punto de quedar en la calle. Comienza así la peregrinación de Juan para conocer a Facundo y conocerse a sí mismo.
Luego de estrenarla en Buenos Aires, donde "El mar de Lucas" alcanzó la tercera semana de exhibición y los 15 mil espectadores, Laplace transitó el país con los rollos bajo el brazo. Llegado a una ciudad o un pueblo, bajaba de su auto, visitaba efeemes, escuelas primarias, secundarias y convocaba a la función del día.
Como en los viejos tiempos de los circos trashumantes, mostró su primer filme donde las condiciones lo permitieran. De ese modo, la cifra de público trepó a 40 mil y lo puso cerca de recuperar la inversión, de sortear los riesgos, de salvar la hipoteca de su casa invertida en la filmación. Hacer cine en Argentina tiene también esta salida, particular, individual e ingeniosa que Víctor eligió sin pudor, con realismo.
El 12 de setiembre del año pasado, comenzó el periplo nacional en su ciudad natal, Tandil -donde rodó gran parte de la historia- y pasó luego por Mendoza, Córdoba, Rosario, San Nicolás, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Corral de Bustos, Las Varillas, El Trébol, Junín, Chivilcoy, Casilda, Pico, General Alvear, Gallegos, Jesús María, Oncativo, Oliva, General Cabrera, Vicuña Maquena y festivales del Brasil y La Habana, entre muchos otros.
Por vez primera en su extensa labor artística, Víctor es observado como último y único responsable. Por encima suyo, nadie más puede asumir la responsabilidad del éxito o del fracaso. El armó la historia, eligió los actores, filmó "El mar...", actuó, compaginó, musicalizó, decidió el arte del lanzamiento...
"No pienso en el juicio, afirma con tranquilidad de tarea cumplida, me preocupa haber podido llegar a la plenitud del tema, haberlo concretado con todo lo que implica de esfuerzo, de pasión, de entrega. Me inquieta que resulte una buena película, no lo demás. Y me parece que lo es...".
Es su primer filme y ya obtuvo el Premio Ombú Opera Prima Mejor Película en el Festival Internacional 2000 de Mar del Plata, ganó el mismo rubro en el del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba; y fue Mejor Guión en el 40 Festival de Cartagena de Indias, Colombia. También ha sido seleccionado para los festivales de Los Angeles, Moscú, Toronto, Washington, Valdivia, Buzios, Bogotá y Salta.
Con un elenco encabezado por Ana María Picchio, Pablo Rago, Virginia Innocenti y Betiana Blum, "El mar..." se rodó durante la segunda mitad de 1999 en Tandil, el pueblo chico de Laplace. "Mi ciudad", aclara orgullosamente.
Filmó en sus calles, donde anduvo en bicicleta en los veranos, corrió con la bolsa del pan hacia la casa paterna, se embriagó con los olores del otoño, descubrió el amor, tejió sueños de actor. Y volvió para encontrarse con amigos, con viejos vecinos que lo vieron crecer, con los pibes de la cuadra ya hombres y mujeres hechos.
"Significa tanto para mí ese afecto, que empecé la gira en Tandil. Siempre hablé y hablo de mi ciudad, de mi pueblo porque soy muy feliz allí, me quieren mucho; y siento un ida y vuelta... Pero nunca imaginé que retornaría dirigiendo una película; pensaba en ser actor, pero no que me iba a ir como me fue en la profesión, por todo lo que logré, por todo lo que pude, lo que hice. En ese sentido estoy más que contento, porque ha sido una sorpresa, un descubrimiento tras otro".

Desarrollar mi fragilidad

Virginia Innocenti tiene mucha experiencia en cine, filma desde 1982 a las órdenes de directores como Leonardo Favio, Luis Puenzo, Raúl de la Torre o Jorge Coscia. -¿Qué logró sacarle Laplace que no pudieron los anteriores directores?
- "La ternura. En general me llaman para personajes muy fuertes en situaciones límites. Yo quería desarrollar algo que tengo muy transitado como persona, cierta paz , no en todos los momentos, claro. Cierta paz, sí, y vulnerabilidad. Desarrollar mi fragilidad, una mujer más ingenua, más simple, más niña, más espiritual. En general, no me han dado la posibilidad de liberar eso. Yo busco mecharlo en los personajes; hasta en los supuestamente combativos, trato que no sean lineales, con esfuerzo, casi como una propuesta personal y algunos directores la toman a modo de aporte que enriquece al personaje".

En la punta de la lengua

Ana María comenzó a filmar en el "68, con David Kohon en "Breve cielo", labor que le deparó el Premio Mejor Actriz en el Festival Internacional de Moscú. Desde entonces, la eligieron Leopoldo Torre Nilsson, Manuel Antín, Mario Sábato, Sergio Renán, Lautaro Murúa, Juanjo Jusid, Gerardo Vallejo, Pino Solanas, Edmund Valladares, Tristán Bauer, Adolfo Aristarain, Eliseo Subiela, Alberto Lecchi y Víctor Laplace para interpretar Clara.
-Después de una treintena de filmes, qué no han extraído aún de sus posibilidades actorales?
- "La parte divertida, responde Ana sin titubear, casi desopilante que conocen mis compañeros, mis amigos, nada más. Eso falta. Pero nadie tiene la culpa de no haberlo descubierto, simplemente yo busco, yo acepto los personajes. Si me trajeran algo muy, muy cómico, quizás dudaría; pero creo que es lo que mejor haría. Roles como Clara, los tengo más en la punta de la lengua. Lo que les pasa es un poco lo que a mí me sucede: es el tema de nuestra generación y su lucha por concretar los sueños, por demostrar los afectos naturales, por encontrar un lugar en la vida".

"Se ve hasta lo último que nos pasa"

En "El mar de Lucas" Pablo Rago es Facundo Denevi, hijo de Juan (Laplace), marido de Manuela (Innocenti), que vive en un pueblo provinciano -Las Glicinas- y se reencuentra con su padre después de años de distancias.
"Me encantaría que a todo el mundo le agrade mi trabajo, pero como se relaciona con un hecho artístico puede ser que guste o no. Yo trato de divertirme mientras lo hago y cuando me siento en la butaca de un cine. Es lo único que busco, porque –debés saberlo- en las películas argentinas no hay mucho dinero para los actores. Sí me interesó participar del lanzamiento de Víctor Laplace como director; que haya confiado en mí para compartir la historia de la película. Me llena de orgullo".
- ¿Qué significó como exigencia laboral?
- "Más días de filmación (sonríe), ni hablar... La preparación del personaje fue similar a otras; tuve que estudiar más letra, eso sí. Pero me divertí trabajando y eso significa que disfruté estando con mis compañeros, viendo cómo Facundo crecía dentro mío, al hacer una pausa en el texto, por ejemplo. Recuerdo a un amigo que siempre viene a verme al teatro y me preguntó qué hago en el escenario haciéndome pasar por otro. Bueno, eso es muy divertido".
- La cámara, en un plano corto, ¿llegó a mostrar tu estado interior?
- "Absolutamente. También fue una exigencia, pero una forma distinta de encarar el trabajo porque en teatro hay mucho tiempo de ensayo. En cine, las tomas son tan de cerca y la pantalla es tan grande que se ve hasta lo último que me pasa. La tarea se vuelve más minuciosa. La entrega, la apertura es la misma, cambian los tiempos".

Eduardo Rouillet

   
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