Domingo 11 de marzo de 2001

 

Historia viva del traslado de Foster Rojas a Rawson

 

Como si hubiera ocurrido por estos días. Leonardo Ruggeri cuenta cómo fue el traslado de un peligroso delincuente a la cárcel de Rawson. Aceptó el desafío de bailar con la más fea.

  Cuando Leonardo Ruggeri se incorporó a la Policía del Territorio Nacional de Río Negro en 1930, nunca pensó que tendría que bailar con la más fea. Fue carcelero de delincuentes y hoy lo puede contar para la memoria popular.
Al poco tiempo de haberse calzado las botas, su superior le dijo: vea... mi amigo, tiene que acompañar al sargento Molina a Rawson, hay que entregar unos presos que son medio peligrosos, el Foster Rojas.... ese.... que dicen que allá en el Sur mató a una familia y "revolió" una criatura por el aire y que la barajó con el facón en punta".
Con apenas 20 años sabía a qué se exponía. Era su vida o la del otro. De algo estaba seguro, si lo agredían alguno lo acompañaría. En esos años, donde ponía el ojo era la trayectoria segura del proyectil. En el Tiro Federal se reunían a su alrededor para admirarlo cuando de 10 tiros, ocho eran "centro mosca" en un blanco a 200 metros de distancia.
Hoy con 90 años a cuesta conserva la valentía de entonces. "Por qué iba a tener miedo"..., se pregunta, "si me hubiera pasado algo así, habría pedido la baja" de la fuerza. No pegó un ojo en todo el viaje.
Foster había sido detenido en 1928 en la zona de Ingeniero Jacobacci. El y su amplia banda integrada por Troncoso, Almonacid y Román -entre otros- asolaba las estancias a lomo de caballo, robando, ultrajando y matando.
Antes de ser detenido, su compinche Troncoso estuvo a punto de matar a la hija del sargento Tello, comisario de El Caín. Llegó un certero tiro y hoy Mercedes lo puede contar desde su casa en San Antonio.
Ruggeri, sabía todo eso pero ni se inmutó. Juntó las fuerzas que le dieron su padres inmigrantes que llegaron a Viedma a principios del siglo XX.
Hoy, con sus 90 años a cuesta no conserva recuerdos demasiados frescos de toda la banda, tampoco qué fue el destino de la mujer que el bandolero tomó de cautiva luego de matar a su familia. Pero pudo estudiar a Foster como si lo estuviera viendo, en la actualidad, frente a frente.
Lo describe como "alto..., dicen que era domador..., tenía cara de bueno pero con nosotros no hablaba" ni en la cárcel de Viedma ni en el viaje.
Le vino a la memoria el mismo resuello de entonces: "menos mal que no hizo ningún intento de escaparse porque sinó, lo pasábamos para el otro lado. Estaba entregado y sabía que iría preso por muchos años. Foster estuvo 28 años en la cárcel, y murió en Trelew una decáda atrás, ya como hombre libre.
Recuerda que "lo llevamos a él, a Román y a Puchi (sic) para entregarlos en Rawson ante la Justicia porque debían responder a varias fechorías realizadas en Chubut. Si bien estaban esposados y con las piernas engrilladas nosotros viajábamos apuntándoles con una pistola Smith & Wesson y una carabina".
Agregó que "nos pasó de todo, después del viaje en tren hasta San Antonio Oeste tomamos un colectivo -con los reclusos- que se rompió a las cinco leguas de un camino polvoriento y hubo que hacer trasbordo. En el trayecto, la gente se compadeció de los delincuentes y los fue alimentando todo el tiempo. Román no se llenaba nunca".
Ruggeri era vigilante raso y como subordinado de Molina también le tocó trasladar a Santa Rosa, en tren, y en medio de todos los pasajeros, a otro delincuente llamado Víctor Elmi. "Lo acompañaba hasta el baño para que no se me tirara de la ventanilla", dice.
Cuando al río de la Plata llegaron los coletazos de la Segunda Guerra Mundial y el acorazado aleman Graf Spee fue hundido en el estuario, tuvo otro recuerdo más para contarle hoy a sus nietos y bisnietos. Un grupo de la oficialidad de la armada alemana disparó hacia Bariloche. Allí fueron a buscarlos con Molina para entregarlos a las autoridades porteñas.
Ruggeri vive hoy en Viedma, junto a su esposa Marcelina Otero, con quien se casó en 1934. Tuvieron dos hijas y varios descendientes más.
Todavía puede seguir metiéndose en el túnel del tiempo, tomándole el olor a su planta de duraznos y revisar su colección de proyectiles.

Para matar el tiempo

Como no había demasiada diversión, los habitantes de la Línea Sur en aquellas épocas solían buscar cualquier pretexto para matar el tiempo, más allá de los tragos fuertes en los boliches. Uno de esos entretenimientos fue la exhibición al pueblo que se hizo de la banda de Foster Rojas cuando fueron apresados.
Este testimonio -también de carácter oral- se pudo rescatar merced a las constantes visitas que integrantes del Museo Tello hicieron a distintos pueblos en la recuperación de la memoria popular.
Don José Sede, un antiguo almacenero de ramos generales en el pueblo de Ñorquinco, le contó a la recopiladora Luz Fernández haber estado allí como si se tratara de un espectáculo de feria.
Eran tiempos duros y de mayor oscurantismo social y judicial. Ya se avecinaba la crisis del "30, no había circulante, los precios de la lana y el salario de la peonada habían bajado.
Reconocer esa época para don José fue volver al miedo, al grito de las bandas de bandoleros que tronaban por esa inhóspita región donde sólo surcaban el tren y pequeño hilo telegráfico.

Un proyecto que no pudo completarse

El comisario Jorge Correa fue el impulsor de la Cronología Histórica de la Policía de Río Negro.
Hoy vive lamentándose no sólo porque no pudo terminar su proyecto sino que además por esa frustración tuvo que pegar un portazo e irse de la repartición.
El emprendimiento declarado de Interés Provincial mediante decreto del Poder Ejecutivo 842/94 abarcaba la investigación de fuentes históricas (1778-1870) y el período comprendido entre los años 1870 y 1930 como primer etapa.
La intención del equipo de trabajo conformado desde la dirección de Planeamiento policial, encabezada por el entonces comisario, trazaba los puntos de partida para la reorganización de la seguridad pública en Río Negro, las reformas educativa y política de la Policía.
El comisario contó a "Río Negro" que "todo se perdió" y lo "único que explica esto es la mediocridad porque (en la Jefatura de Rubén Elosegui) no le dieron importancia y se juntaron otras cosas de trabajo".
Agregó que "me dijeron dejate de joder con esas cosas, me mandaron de vuelta a Roca a hacer nada y me fuí...".
Lamentó que "la gente se quedó sin el beneficio de conocer las raíces, lo que hicieron los pobres milicos del Territorio junto con los maestros de antes..., fueron los precursores de la inserción social".

No quedó nada

Correa concluyó en que a veces "te encontrás con gente que no le gusta que le observen órdenes, vos molestás, y además tengo entendido que el material que dejé en la Jefatura se borró de las computadoras".
Lo poco que hay se conserva en fotos en la Escuela de Policía, y el único número que se editó fue un fascículo denominado Vientos de Historia. En el fascículo, complementario de la obra principal, se realizó un recordatorio en homenaje al comisario de la entonces Policía del Territorio, Francisco Iglesias.

Enrique Camino

foto: Foster Rojas (con sombrero) está esposado y a punto de emprender el viaje a Rawson, donde estaría preso por 28 años.

   
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