Sábado 3 de marzo de 2001 | ||
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Después de un año, los números hablaron
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La gestión de José Luis Machinea de poco más de un año al frente del Palacio de Hacienda ofrece pocos resultados en la lucha contra la recesión, al frente de una política económica que no fue más que la continuación del modelo neoliberal aplicado durante diez años por la administración Menem. En su descargo cabe aclarar la responsabilidad que en los resultados le cupo a los conflictos políticos internos a la Alianza gobernante, que en más de una oportunidad frenó las posibilidades de reactivación. Ministro de Economía de la coalición, Machinea debió moverse en un difícil equilibrio entre los sectores más ortodoxos del Gobierno, cercanos al presidente De la Rúa y propulsores de políticas de ajuste, y los compromisos asumidos por la Alianza, que desde el eje Alfonsín-Alvarez proponían políticas activas para el crecimiento. Esta situación puso en vilo más de una vez al funcionario, que recibió presiones desde el propio Gobierno, en tiempos en que De Santibañes, amigo personal de De la Rúa, se desempeñaba al frente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Todo ello en el marco de la recesión iniciada en septiembre de 1998, con niveles de desempleo del orden del 15 % y sin señales de reactivación. Un año después, los números hablan solos: crecimiento cero en 2000, desempleo del 14,7 por ciento, situación al borde de la cesación de pagos, sólo salvada por el promocionado blindaje financiero de casi 40 mil millones de dólares acorda o con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Una de las primeras medidas de la gestión del ministro fue también una de las más criticadas: el "impuestazo", que impuso incrementos en gravámenes como Ganancias, quita de exenciones de IVA e Internos. La medida, defendida por el Gobierno en base a la necesidad de paliar la "herencia" recibida de la administración anterior, no fue sino un freno a la incipiente reactivación que se registraba a comienzos de la nueva administración. Los niveles de déficit fiscal existentes y la persistencia de la caída de la recaudación llevó al Gobierno a adoptar en mayo otra medida crítica: rebaja de salarios de empleados públicos de la administración nacional. La iniciativa, que al final quedó fuertemente reducida en sus efectos ante la resistencia de distintos sectores -incluso desde el propio oficialismo- no produjo mayores alivios a las arcas fiscales y sólo contribuyó a deprimir aún más las expectativas y los niveles de consumo. (Infosic) Entre Colombo y López Murphy De la Rúa comenzó a tomar conciencia que su gestión necesitaba una bocanada de aire fresco y comenzó a evaluar el posible reemplazo. Desde el partido, se le acercó como número puesto y garantía de mantenimiento de la Alianza al actual jefe de Gabinete, Chrystian Colombo. Pero con la atención puesta en la crisis de confianza, De la Rúa buscó al actual ministro de Defensa, un hombre de buena llegada en la City porteña. La eventual llegada de Ricardo López Murphy al manejo de las finanzas nacionales es sinónimo de garantía de mantenimiento del modelo económico. López Murphy es un economista de corte liberal y partidario de una estricta disciplina fiscal, enemigo de políticas sociales que impliquen erogaciones abundantes y con una muy buena imagen en el seno de la comunidad financiera nacional y extranjera. El agotamiento de la gestión Machinea tiene distintas vertientes. Por una lado, una economía que nunca terminó de reaccionar debido a factores tales como el impuestazo de comienzos del 2000 y los disturbios políticos generados por una Alianza que no se cohesiona. Basta recordar que los episodios más oscuros por los que pasó el programa económico se generaron a partir de presiones del ala política del gobierno. El cambio de hombres abre más interrogantes. El giro ortodoxo hacia un rumbo más liberal de la gestión económica dejaría maltrecha la relación aliancista y augura más cambios en el gabinete. Pero le garantizaría una mayor previsibilidad frente a los inversores. En definitiva, son los que garantizan la viabilidad del modelo que presenta groseras grietas en su estructura fiscal. El interrogante que se abre es si López Murphy podrá manejar las finanzas públicas sin los condicionamientos políticos. (DyN) |
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