Jueves 22 de marzo de 2001 | ||
Paro con violento ataque a los bancos en Neuquén |
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Hubo severos destrozos en siete entidades crediticias y en un hotel céntrico. En medio del amedrentamiento, la huelga de los gremios resultó contundente. |
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NEUQUEN (AN).- La huelga de ayer tuvo aquí el sello de la violencia, tal vez la mayor del país. Los bancos fueron atacados a la madrugada a piedrazos, el diagrama de emergencia dispuesto para el servicio de colectivos fue interrumpido tras sucesivas intimidaciones y tres taxistas fueron agredidos. Hasta el ex gobernador Felipe Sapag recibió una lluvia de insultos y debió esquivar las piedras que le arrojó un grupo de manifestantes mientras caminaba despreocupado por la avenida Argentina, en compañía de su hijo Luis. Las agresiones no culminaron aquí. A primera hora de la mañana, todos los integrantes del gabinete del intendente Horacio Quiroga fueron presionados por manifestantes encapuchados en la puerta de la municipalidad. Tras recibir variados insultos y algunos empujones, las autoridades finalmente comprendieron que, de ingresar a sus oficinas, las cosas iban a empeorar. Por tal motivo resolvieron ir directo a la justicia a denunciar el caso. El gobierno responsabilizó a los dirigentes de ATE y de la CTA por los desmanes ocurridos en el microcentro. A través de un comunicado oficial, el ministerio de Gobierno que conduce Jorge Gorosito dijo, además, que los ataques a la casa matriz del Banco de la Provincia de Neuquén persiguieron otro objetivo: destruir información que vincula a ATE con Finvercom, una entidad financiera contratada por el gremio que figura en las investigaciones referidas al lavado de dinero en la Argentina. La ciudad amaneció nublada y con la amenaza de un tormenta que finalmente llegó. Con las primeras luces también aumentó la tensión en el microcentro, donde los vidrios de siete bancos fueron destruidos, se presionó a empleados bancarios y de organismos públicos para que se sumaran a la huelga y se encendieron 280 cubiertas que dejaron al sector más dinámico de la ciudad bajo una nube negra de un humo irrespirable. En el centro los huelguistas hicieron noche debajo del toldo de una carpa. La madrugada debe haber sido fría y la vigilia dura, porque junto a los restos de neumáticos encendidos que se utilizaron para cortar las calles quedaron botellas vacías de vino fino barato y de champán del bueno. En medio de un clima violento, sin colectivos y con algunos taxistas que, pese a todo, conducían asustados, el resultado del paro fue contundente. Ayer no funcionaron las escuelas, la actividad en la administración pública fue mínima, los hospitales sólo atendieron emergencias, la industria cerámica paralizó buena parte del cordón industrial de la ciudad, los colectivos de larga distancia interrumpieron los servicios y las aerolíneas reprogramaron su cronograma habitual de vuelos. Donde sí hubo actividad plena fue en el sector petrolero, el gremio que conduce el titular de la cartera de Trabajo de la provincia, Guillermo Pereyra y también en los hipermercados. Excepto en Educación, donde el funcionarios del área reconocieron un índice de ausentismo del 70% en las escuelas, el gobierno no dio a conocer cifras sobre el alcance del paro. Los incidentes comenzaron a las 6 de la mañana. Siete bancos - la casa matriz del BPN, el Banco de La Pampa, la Banca Nazionale del Lavoro, el Citibank, el Francés, el Scotiabank y el Banco Hipotecario- perdieron parte de sus vidrios blindados. Por razones que se ignoran, se salvaron los del Banco Nación, Roberts, Río, Galicia, HBSC, Sudameris, Credicoop y BanSud. Una curiosa explicación sobre la rotura de vidrios ensayaron los gremialistas ante la prensa: dijeron que los cristales no fueron apedreados sino que se cayeron por efecto del calor de los neumáticos que fueron encendidos en la vereda para evitar el ingreso del personal y de los clientes. El paro comenzó de este modo violento. Al mediodía unas cuatro mil personas respondieron a la movilización convocada por la CTA, la CGT disidente y el MTA. La columna marchó por las avenidas Argentina y Olascoaga hasta la ruta 22. En el camino otra vez hubo batalla: un grupo de manifestantes arrojó piedras contra los vidrios del Hotel Iberia y contra los reforzados cristales del híper Tía. Al mediodía los manifestantes se habían adueñado definitivamente del centro. El tránsito estaba cortado y las bomba de estruendo disparaban alarmas por todos lados. Un dato curioso: no había policías a la vista y la zona quedó siempre despejada. En encendidos discursos, los gremialistas criticaron la política económica, al presidente Fernando de la Rúa y a su ministro de Economía Domingo Cavallo. Y por supuesto no se olvidaron de Carlos Menem ni de Ricardo López Murphy. Largo rosario de agresiones Análisis: Otra vez los violentos Una vez más, la protesta gremial se tiñó de violencia. Un mecanismo que la sociedad, independientemente de la validez o no de los reclamos, no se cansa de repudiar. Foto: En un día nublado por la lluvia y el humo de los neumáticos, las piedras estuvieron a la orden del día. |
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