Miércoles 21 de marzo de 2001

 

César Altomaro cuenta la experiencia azteca

 

Después de dos años, el actor y director regresó de México para impulsar un proyecto teatral.

  NEUQUEN (AN).- Dicen que hay pocas oportunidades para adolescentes y jóvenes. Pero en el caso del teatro, es muy difícil llegar a captar esa franja generacional y mantenerla todo un año en "estado de entrenamiento y convivencia". Su propia naturaleza los lleva a probar y abandonar. Sin embargo, cuando el actor y director César Altomaro, trabajó durante cuatro años en el municipio neuquino, llegó a contar con ciento cuarenta asistentes a sus talleres.
Todo un fenómeno que después se desdibujó, cuando el docente optó por aceptar un papel en "Alén, luz de luna" con Gustavo Bermúdez y bajo su propia producción, telenovela rodada en San Martín de los Andes. Allí residió un año completo, con una muy buena experiencia.
Altomaro, quiere ahora reeditar la formación de adolescentes. En forma gratuita y con el aporte de la dirección provincial de Cultura, dictará talleres de teatro para interesados entre 14 y 21 años. Hay que inscribirse en la ex estación ferroviaria, Vuelta de Obligado y las ferrovías o al fono 4432579 y 4420130.
"Río Negro" entrevistó a César, con la doble finalidad: que detallara aspectos de este proyecto con Cultura y comentara sus experiencias en Buenos Aires y últimamente en Cuernavaca y el Distrito Federal en México.
Contó que al culminar la labor con Bermúdez, se trasladó a Buenos Aires en búsqueda de perfeccionamiento y paralelamente consiguió algunos "bolos" en varias telenovelas. Pronto impulsó en esta capital un café-concert que llamó "Magoo" donde se brindaba un espacio a músicos, plásticos y teatrantes. Fue el lugar donde estrenó un espectáculo de humor titulado "Los guapos" y un unipersonal que todavía lleva a escena y que se llama "Yo argentino".
Hace dos años atrás, se le presentó la posibilidad de trabajar en México, junto a su hermano Martín, un cineasta compitió recientemente en Mar del Plata, en el festival internacional de la especialidad. En el Distrito Federal incursionó en teatro, desde la docencia y como director, también en montajes de campañas publicitarias en las que se requería aportes actorales y coordinación escénica.
Colaboró con grupos de trabajo de calle y con el elenco Banderlux integrado por once personas dirigió un trabajo -"La Tacha"- con música africana, malabares y juegos y con el cual apoyó la formación en zancos y técnicas actorales.
Fue director también de la obra "El ama de llave" de Leo Masliah, un estreno para el uruguayo en tierra azteca. Sin embargo, tras una primera parte de "prueba" el absurdo con dejo de humor ácido al que nos tiene acostumbrado Masliah no era muy bien comprendido por el público mexicano, por lo que Altomaro tuvo que trabajar la pieza un tanto hacia la farsa. Y de ese modo, entonces, "obtuvo una muy buena recepción".
La segunda etapa mexicana, la cumplió en Cuernavaca, ya inclinado absolutamente a la formación a través de cursos y talleres tanto teatrales como de artes escénicas en un instituto de una afamada directora, Maritsa Olivares.
En esta entidad, César se abocó especialmente a adolescentes y jóvenes. Y en esta tarea se encontraba, cuando a raíz de un viaje a Neuquén le surgió la posibilidad de retornar a su tierra. Presentó un proyecto a dirección provincial de Cultura que recibió respuesta positiva.
Montará cuatro grupos de no más de veinte chicos. No pretende formar actores sino que puedan expresarse, compartir, y entender cómo se arriba al hecho teatral.
   
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