Miércoles 14 de marzo de 2001

 

Al rico estrés

 
  La hipocresía es un contagioso mal posmoderno. De esa materia está hecha la idea de lo "políticamente correcto". También muchas campañas publicitarias que tratan de asociar enfermedad con deporte, ebriedad con lucidez y depresión con brío.
Otra frase cotidiana, producto de la mentira, es: "Evite el estrés". Ni falta hace preguntar cómo. Estamos inmersos en él por los mismos motivos que constituimos una sociedad tecnológica y compleja: competimos. Nunca quedamos conformes, y si los demás se adelantan, salvo que se trate de un loco o de Dios, nos perturba más. El estrés es parte esencial de la condición humana. Evitarlo aparece tan imposible como esquivarle al amor o a la rabia. Drama y éxtasis, aquel barro milenario es nuestro sello de identidad.
Un hombre corre dos kilómetros diarios, precisamente para desestresarse, pero a las dos semanas imagina que podría correr tres y, quién sabe, incluso competir en el próximo tetratlón. Quién sabe. ¿Hasta dónde podremos llegar mañana? Eso es estrés. O pasión, según el cristal con que se lo mire.
Es cierto que nadie vive tranquilo con las manos sudadas y una sensación de "querer escaparse del propio cuerpo", pero es el precio que pagamos por vivir lo que nos toca. Por crecer o no crecer. Para el caso es igual.
Nuestro destino es griego. Por alguna razón que excede a la razón, volvemos sobre los caminos que nos llevan al deseo. No son muchos los que se atreven a subir las montañas reales, puesto que la vida ya está poblada de cumbres iguales o mayores que el Aconcagua y los monstruos de granito del sur patagónico.
En "Vidas al límite", Nicolas Cage interpreta a un paramédico que corre por las calles de Nueva York tratando de salvar almas ajenas. En una escena en la que él y su ambulancia terminan volcados a la madrugada, sale caminando medio herido, a los gritos. "Esto es una locura", dice a la vez que jura no volver a la profesión que lo consume y le da energía.
Evitar el estrés es un acto hipócrita y no hay nada más estresante que seguir ese consejo. Mejor sería morir en nuestra propia ley. Entre pasiones encontradas.
Ally McBeal es un interesante ejemplo de esto. Linda pero supertensa. Exitosa y mala perdedora. Inteligente aunque ingenua. Una mujer. Un ser humano. Y su pareja en la serie, Robert Downey Jr., es más atormentado en carne y hueso que en el guión. ¿Será por eso que cada vez que aparece se roba el rating?
El estrés es un concepto nuevo pero como tal existe desde que existe la ambición. Alejandro Magno le confesó a Diógenes, que vivía en un barril como "El chavo del 8", un constante estado de nerviosismo, a punto del colapso. Alejandro llevó su desafío al miedo a extremos nunca vistos, en su intenso deseo por conquistar sus partes frágiles se hizo dueño del mundo.
Cada persona a su manera ambiciona otros reinos. Los menos audaces lamentan su suerte. No importa si lo niegan... lamentan su suerte. La ambición mueve la rueda, mal que les pese a los maestros budistas que nos condenan al karma.
En otra vida tendremos paz.
Claudio Andrade
   
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