Lunes 12 de marzo de 2001

 

Raíces y sentimientos del Litoral

 

El Chango Spasiuk se muestra como compositor e intérprete en "Chamamé crudo", un disco personal en el que pone toda su sensibilidad y sus raíces, logrando una de las mejores placas de artistas argentinos del año.

  Sencillo y de a poco el Chango Spasiuk se fue mostrando, recorriendo escenarios con su acordeón. Tocó tanto con Divididos y la Mississippi, como con Mercedes Sosa o Antonio Agri, dejando sentado así desde un principio que para él la música es una y no tiene etiquetas.
Su amor por los ritmos litoraleños lo plasmó en cada uno de sus recitales y primeros discos, con temas de otros a los que tímidamente fue incorporando sus propias creaciones. En "Polkas de mi tierra" llevó ese homenaje al máximo recorriendo su tierra misionera y recogiendo en cada pueblo la música de los inmigrantes ucranianos y sus historias. Así logró una placa de gran valor artístico y etnográfico.
Su última producción no lo aleja de ese camino sino que lo profundiza al mostrarlo como un compositor sutil que se mantiene firmemente apegado a sus raíces, pero que sabe renovarlas sin bastardearlas.
En cada uno de los temas de "Chamamé crudo"-editado por Aqua Récords, sello que se destaca por tener un catálogo exquisito-, el sentimiento es lo que prima. Sentimiento que se expresa en una riqueza creativa que últimamente no se encuentra demasiado en las producciones de los músicos argentinos.
Aunque no es un disco de "climas" sus composiciones despliegan un paisaje de ríos, selvas y tierra colorada, que flota en la imaginación con fuerza, alegría o nostalgia, según su autor lo necesite.
Sólo dos temas son de otros compositores: "Gato Moro", de Miño y "Adiós Beatriz", de Cena y Maidana. Los otros –"Posadas", "Formosa", "Ranchera" inspirado homenaje a Astor Piazzolla, "Chamamé crudo para Gabriel Villalba", "Josefina", "El monte", "Pynandí", "Escenas de la vida al borde", "Improvisación para Isaco Abitbol" y "Misiones"- tienen su sello.
En ellos se van mezclando chamamés y rancheras con influencias de música clásica, algo de rock, fraseos de jazz y también tango. Influencias que complementan, pero no contaminan.
Chacho Ruiz Guiñazú en batería y percusión, Sebastián Villalba en violín y guitarra y Hernán Prado en bajo no son sólo los músicos que lo acompañan, son sus cómplices a la hora de redondear cada tema con delicadeza, pasión y maestría.
Entre tanta belleza musical es difícil destacar algún tema, pero "Escenas de la vida al borde (Génesis del chamamé) se presenta casi como un elaborado, aunque no retorcido, relato sonoro donde sin palabras los instrumentos nos van contando una historia que se vertebra a través de la magnífica concepción rítmica de Ruiz Guiñazú, quien se encarga de interpretar cajón peruano, berimbau y accesorios de percusión.
El plus de los amigos está en "Sólo para mí", con letra de Víctor Heredia y música de Spasiuk, cantado por Mercedes Sosa.
Un "Chamamé crudo" para compartir con el alma en las raíces y la sensibilidad en los sonidos de hoy. (S.F.).
   
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