Lunes 12 de marzo de 2001

 

"La cultura es la educación permanente"

 

Kive Staiff, director del Teatro San Martín, es uno de los mayores referentes intelectuales del país. Conversó con "Río Negro" sobre la actualidad del teatro y los cambios culturales.

  Con una trayectoria entre los dos períodos al frente del Teatro San Martín que suma 18 años, Kive Staiff, su director general y artístico, es uno de los grandes referentes en la Argentina en materia cultural.
Así lo demostró en esta entrevista con "Río Negro" al hablar del acontecer de la cultura en estos difíciles tiempos, la acción del teatro en este devenir y el cometido que tiene el San Martín como foco cultural dentro del actual Complejo Teatral de Buenos Aires y las actividades de sus diversas salas.
"El teatro debe ser un lugar para la reflexión" dijo, y tiene razón porque pone el acento en su misión de estímulo del pensamiento.
-¿Que opinión tiene de los cambios culturales del país y del teatro en los últimos años?
-Hubo cambios buenos y malos. Los cambios malos tienen que ver con la gran crisis económica y esto implica una retracción del público, que también se percibe en el Teatro San Martín, aun cuando nuestras localidades son a muy bajo precio.
Es lógico que así sea, porque el público fundamental del consumo cultural, no solamente referido al San Martín, es el de la clase media que ha visto degradarse sus condiciones económicas. Buena parte de la clase media se ha caído hacia la marginalidad y el desempleo, por lo tanto se achicó.
Sabemos que es la clase media la que compra libros, va al cine y al teatro. Entonces, si hay un rasgo predominante es la dificultad que tenemos de retener al público que poseíamos y, sin duda ninguna, lo más difícil es conquistar nuevos públicos. Porque el tema no es exclusivamente económico, sabemos que hay también derivados de carácter social que tienen que ver con el espíritu y el estado de ánimo en general de la comunidad. Acudir al teatro implica una decisión, por más facilidades en términos de horarios que se puedan intentar.
De hecho el San Martín intenta generar horarios más cómodos para la gente, de tal manera que quien sale de una oficina pueda venir al teatro e irse luego a su casa, y no como en la tradición un poco española que teníamos de los teatros que comienzan tarde, lo que implicaba que alguien que es un empleado tiene que irse a su casa y luego volver, lo que implica un esfuerzo. Un esfuerzo que abarca incluso gastos adicionales.
-¿Ese fenómeno tiene que ver también con cambios de la tendencia en los gustos del público?
-Con sus matices en realidad no creo que haya grandes diferencias. De pronto es seguro que ciertos hábitos colectivos se han modificado. La televisión ha generado modos de mirar diferentes, que siguen siendo modos muy pequeños, y privilegian algunos valores, entonces no es de descartar que la presencia de algunas estrellas de la televisión en ciertos escenarios teatrales movilice algún público. Pero esto también ha ocurrido en todas las épocas. Yo siempre me he preguntado donde está el misterio, que seguramente hay que pensarlo términos de la educación general, ya no como una responsabilidad exclusiva de la cultura. Uno se pregunta cómo es posible esas largas colas para ver "Chiquititas" a 30 pesos la localidad, viendo que los que hacen cola para sacar una entrada son seguramente la gente más pobre del contexto social que va con sus chicos, y, tal vez, hay algo en ese mes que dejaron de hacer, menos comer, como para ir a ver ese espectáculo. Y, sin embargo, allí está el Teatro San Martín en la otra cuadra ofreciendo espectáculos para niños a cuatro pesos la entrada.
-¿Cómo se explica eso?
-Hay que pensar en la grave responsabilidad que hemos tenido a lo largo de décadas en materia educativa y cómo la educación también se fue degradando. Aquella idealización que teníamos, justificada en buena medida, de los efectos de la ley l420 de la educación obligatoria, gratuita, y la reforma universitaria.... Estamos en las estribaciones finales del proceso, ahora, sin duda, tenemos que encarar con energía una nueva reforma educativa y una política de Estado en esa materia. La cultura no va a crecer si el proceso previo de la formación educativa no existe. La cultura es la educación permanente no es simplemente el espontaneísmo de algunos inspirados que quedaron apasionados por la lectura de un poema de Borges o una obra de Eurípides, tiene que ver también con los sustratos de la sociedad y con un espectador que va a la búsqueda, tal vez, de un modo inconsciente, que no sabe muy bien porque. Pero hay una vocación también en el espectador y hay que tenerlo en cuenta. No es un ser pasivo que simplemente está para recibir lo que los artistas le ofrecen.
-¿Cómo ha sido la reacción del San Martín a todas éstas variables?
-Estamos tratando de ver lo referido al piso básico de concurrencia de espectadores, pero no hay grandes modificaciones.
Julio Pagani

La vanguardia interesante

Para Kive Staiff algunos de los títulos más atractivos de la temporada 2001 serán una versión musical de "La Nona" de Roberto Cossa "muy interesante, me atraen mucho un par de proyectos de la vanguardia para la sala Sarmiento como "Los Pianistas" de Eva Halac y una obra de Luis Cano que se llama "Los Murmullos". Es atractiva la idea de ver "El señor Puntila y su criado Matti" de Brecht con dirección de Claudio Hochman, y un par de espectáculos me importan sobremanera, "El Padre de la Patria", de un autor argentino joven, Ignacio Apolo, y "Hombre y Superhombre" de Bernard Shaw que dirige Norma Aleandro. No perdemos las esperanzas en las próximas temporadas de hacer Calderón de la Barca y Oscar Wilde".
En danza la apertura de la temporada se realizará con la puesta de "Carmina Burana", a cargo del ballet del teatro, dirigido por mauricio Wainrot.

Un espacio para la magia

-¿Hay un estimativo del número de concurrentes al teatro San Martín?
-Si, nosotros estamos en alrededor de 300 a 350.000 espectadores por año, y en cuanto a la oferta no se ha modificado sustancialmente. En mi caso particular soy el responsable de la temporada de este teatro y ahora de los teatros que integran el Complejo Teatral. En ese sentido hay dos maneras de ver el escenario, como un espacio para la magia, que yo creo que es eso, como la condición de zona elevada respeto de la mirada del público, y también es una tribuna. Yo no creo en el teatro como una satisfacción formalista, tampoco pienso que la estética excluye lo ideológico. Creo en el escenario como un lugar donde todos los que estamos arriba y los espectadores reflexionamos a propósito de los problemas de nuestra vida social e individual, y de cual es la problemática de ésta colisión entre el individuo y la sociedad. Eso ha marcado absolutamente todas las programaciones que he planteado y me parece que la situación del país amerita profundizar en esa temática. El teatro debe ser un lugar para la reflexión y la revelación, para generar en el espectador la necesidad de mirar cómo está viviendo y en tal caso formularse la sociedad en la cual quiere vivir. Esto no excluye la calidad y la indagación de distintas formas estéticas, pero me parece que ese es el punto central de toda nuestra programación, ya sea con "Mein Kampf", "Ifigenia en Aulide", "La Tempestad" o "El Inspector" de Gogol.
-Incluso con el Ballet, que ha tenido intenso protagonismo.
-El ballet está extraordinario. Ha tenido un crecimiento notable. Yo creo que es una compañía de primer orden y ojalá que podamos realmente movilizarla para que tenga un cotejo en otras partes del mundo. Es tan importante traer compañías o directores del exterior, como venimos haciendo con Lluis Pascual o Lavelli en las últimas temporadas ( un criterio que va a continuar ) como salir con nuestra gente al mundo, porque es otro modo de confrontación y relación.
- Usted dice salir al exterior y ¿por qué el teatro San Martín no sale al interior?
-Es un problema, deberíamos poder hacerlo. Yo tengo dificultades porque no tenemos elenco estable, algo que tuvimos durante l2 años, que nos permitía mantener un repertorio y contar con la disponibilidad de los actores. Ahora los actores están comprometidos, viven "a salto de mata" y hacen televisión o cine y otras actividades. Luego está el tema económico, hubo una gloriosa época donde el teatro San Martín iba al interior y si no financiaba toda la movilización, casi lo hacía. Ahora se ha puesto muy difícil, porque nosotros tenemos problemas presupuestarios y hemos tenido una quita cercana al 10 %.

   
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