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A metros de la Fundación Proa, cerca de la gigantesca araña de Louise Bourgeois, que se yergue imponente de cara a la Avenida Pedro de Mendoza del barrio porteño de la Boca, se levanta el Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín, donde perduran algunos de los grandes maestros de la pintura y la escultura nacional. El edificio fue construido en 1938 por decisión del gran pintor boquense, quien puso como condición para donar el inmueble que en la planta baja se fundara una escuela primaria pública –que sigue funcionando- y en las plantas superiores, el museo propiamente dicho. Era voluntad de Quinquela destinar ese espacio a la exhibición de arte figurativo de los siglos XIX y XX y él mismo inició la colección que hoy reúne a los más importantes exponentes nacionales de este género, como Fortunato Lacámera, Miguel Carlos Victorica, Fernando Fader, Eduardo Sívori, Ernesto de la Cárcova. Rogelio Yrurtia y muchos otros que llenaron de talento y arte la Argentina. Pasear por sus salas es contemplar buena parte de lo que podríamos considerar los cimientos del arte nacional. El arte social, esa llama que alumbró el corazón de esos artistas hace casi un siglo, hoy nos sigue conmoviendo hondamente con su fuerza, técnica y expresión. Pero lo maravilloso de esta conjunción de museos y calles pintorescas, como Caminito, frente al Riachuelo por donde llegó Solís; lo bueno de esa "buena vecindad" de artistas tan aparentemente dispares como pueden ser la francesa, adoptada por Nueva York, Louise Bourgeois, y el mismo Quinquela, adoptado por los carboneros de quienes heredó el apellido, es la síntesis que surge poderosa e inevitable y saca lo mejor de cada creador para dar vida a una nueva obra maestra. Allí, en el barrio más turístico de la Reina del Plata, conviven las exploraciones intimistas de esa mujer que, tras hundirse en su propio drama, creó un monstruo de ocho patas y once toneladas, con las telas y mármoles de los artistas plásticos de La Boca, que ahondaron en el sustrato de la Argentina inmigrante y aluvional del siglo pasado para convertir a la Buenos Aires de entonces en la capital cultural de América. Millones de personas de todo el mundo pasan por ahí cada año, llevándose lo mejor del arte americano y parte de nuestra propia y desgarrada historia, nunca está demás volver a vivir la intransferible experiencia.
Oscar Smoljan
Director del MNBA Neuquén
Secretario de Cultura de la Ciudad de Neuquén
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