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100% show. Un escenario simple, con un juego de luces y dos pantallas gigantes a los costados. Escaso material puesto en escena. Pero eso pasó a un plano secundario. El protagonismo en este caso estuvo compartido, Manu Chao junto a su banda Radio Bemba y los más de 6 mil fanáticos que desbordaron el Ruca Che. En el campo no cabía un alfiler, y en las tribunas tampoco. Hubo gente hasta en las escaleras de acceso a los lugares habilitados, que poco les importó la incomodidad.
Compartió temas de su anterior banda (familiar) Mano Negra, clásicos y de su último disco de estudio La Radiolina: “Panik, Panik”, “El Hoyo”, “Peligro”, “Casa Babylon”, “La Primavera”, “Me Gustas Tú”, “Bienvenida a Tijuana”, “Clandestino”, “Rumba de Barcelona”, “La Despedida”, “Rainin’ in Paradize”, “Tristeza Maleza”, “Día Luna, Día Pena”, “Machine Gun”, “Mala Vida”, “La Vida Tómbola”, “Pinocchio”, entre otros. Más allá de varios de estos tienen la misma base, cada uno tuvo su particularidad y en vivo no fueron una reproducción fiel a su versión original. El último fue muy emocionante: “Pinocchio” parecía no terminar jamás. Los fanáticos coreaban la parte final de la canción, mientras bailaban al ritmo de murga, pogo o reggae. Y los músicos se hacían presentes una y otra vez. Nadie quería que el espectáculo llegue a su fin. 100% energía. Fueron más de treinta temas y alrededor de tres horas que Manu Chao, Madjid (guitarrista), Gambeat (bajista) y el resto de la Radio Bemba no pararon de saltar y de transmitir empuje, potencia y sobre todo aliento, “para aquellos que perdieron la ilusión”, de que “pase lo que pase y sea lo que sea” la “próxima estación” es “esperanza”. El comienzo con “Panik, Panik”, donde cada uno ingresó corriendo en busca de su instrumento, fue una marca del frenesí con el que se iba a vivir durante el resto de la noche. Transcurrieron los temas uno tras otro sin cortes hasta promediando el final antes de que continúe con “Mala Vida” de Mano Negra. Se creo un ambiente de pura energía que se retroalimentó entre los artistas y el público. 100% compromiso. Es un hombre comprometido con la resistencia y la lucha social y política. Y el Ruca Che no escapó de eso. El escenario fue espacio para los empleados ceramistas de la ex Zanon, que le dejan abiertas las puertas de la fábrica para que Chao vuelva; para la comunidad mapuche, que denunció los saqueos de las empresas extranjeras y el desalojo de sus tierras; para los ambientalistas, que se manifestaron contra la actividad minera en Campana Mahuida con su lema “sí a la vida, no a la minería”. También, Manu recordó al maestro asesinado Carlos Fuentealba. Y no faltaron las banderas con la hoja de marihuana pidiendo por su legalización. Se mostró como un luchador incansable. Sus puños cerrados y sus brazos levantados, en reiteradas ocasiones, como el golpe del micrófono en el pecho, fueron símbolo de resistencia y triunfo. Ahora quedó su promesa de regreso… “siempre volveremos Neuquén”. Carlos Andres Ferreyra – Fotos: Agustín Martínez
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