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Entrevista con Alberto Diaz, director Editorial de Emece.
El destacado profesional conversó con "Río Negro". "Para mí, Juan José Saer es el mejor escritor argentino después de Borges", opina.

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BUENOS AIRES.- "No les jode si fumo, ¿no?", pregunta Alberto Díaz (Buenos Aires, 1944), director editorial de Emecé, sentado en su oficina sobre la avenida Independencia.

Prende un cigarrillo, revuelve una cucharada de azúcar en su café y durante dos horas se involucra en una charla regida por la espontaneidad.

"Para mí Juan José Saer es el mejor escritor argentino después de Borges", opina quien recientemente fue galardonado con el premio al mejor editor del año, reconocimiento que otorgó por primera vez la Fundación El Libro junto con Cámara Argentina del Libro, libreros y editores de todo el país. Al recibir la distinción, Díaz propuso que el premio se denomine "José Boris Spivacow", en honor a quien fue gerente de Eudeba, fundador del Centro Editor de América Latina (CEAL) y, para muchos, el mejor editor que tuvo la editorial argentina. "Ahora hay una camada de editores jóvenes muy buenos, de entre treinta y cuarenta años", comenta este Licenciado en Historia y un apasionado de su trabajo. "Es un ambiente que tiene mucha permanencia. El que entra en cualquiera de las actividades del mundo libro difícilmente salga. Conozco un montón de gente que hace más de 40 años que continúan en la misma actividad, ya sea como editores, libreros, distribuidores o cualquier otra rama vinculada al libro. Es un oficio que retiene mucho a las personas, no es expulsivo. Será por su especificidad, quizá", señala Díaz, quien se inició en el mundo editorial a los 25 años, en SIGLO XXI.

-¿Por dónde pasa la habilidad del editor?

-Saber elegir al autor es primordial, al igual que leer y tener una orientación. Es muy importante la relación con el escritor, al que es fundamental retenerlo. Te guste o no lo que hace, tenés que respetar al autor. El editor es un personaje raro en el sentido de que tenés un gusto literario, político, estético, lo que sea, pero si entrás en una editorial muy grande no podés expresarlo. De lo contrario publicarías una sólo línea.

-¿Cómo es el escritor en general?

-Hay ciclos en la vida del hombre. Hay autores que envejecen muy bien y otros que no, en el sentido de creación. Hay un momento en el que llega a un techo y luego puede permanecer en una meseta o caer, más o menos abruptamente. Muchos autores tendrían que haber dejado de escribir diez años antes. Es cómo el síndrome del boxeador que nunca se retira a tiempo. A su vez, el escritor, sobre todo el de ficción, es muy frágil. Es como el artista: necesita cierto narcisismo para salir porque se expone mucho al fracaso, a la crítica... Una novela media, como promedio, le lleva al autor dos años de trabajo. El escritor existe cuando aparece el que te lee y dice "te leí", "es bueno" o "es malo". Es una paso muy jorobado para el escritor, que tiene un trabajo muy solitario. Sienten que sólo el mundo lo puede juzgar. Entonces son muy sensibles a la crítica.

-¿Qué es lo que más le duele a un escritor?

-Que le digan que es mal escritor. Eso también es subjetivo. En una crítica literaria no hay objetividad; se le pueden incorporar muchas cosas pero finalmente, en el subconsciente, prima el gusto y la valoración "malo", "bueno" o "regular".

-¿Tiene sentido la crítica literaria cuando hace un juicio de valor?

-El problema del periodismo en la Argentina es que el periodista cultural es el menos respetado porque es la sección que menos publicidad aporta al diario, por más que quizás trabajen los más formados de la redacción. Deportes quizá no aporta publicidad pero sí acerca muchos lectores. El suplemento cultural es para la gloria y por eso es el peor pago.

-¿Cuánto influye la crítica en el éxito de un libro?

-Poco, cada vez menos. Creo que se lee de otra manera. También es cierto que antes el soporte papel influía más. El suplemento cultural lo lee la persona que tiene hábitos de lectura muy fuertes y que no necesita una orientación porque ya la tiene. A lo sumo le sirve la información pero no se deja influir porque ya sabe si un autor le gusta o no.

-¿En qué momento está el libro?

-El libro está perdiendo espacio, como todo el soporte papel. No es que se está leyendo menos que hace treinta años sino de otro modo. Durante casi todo el siglo XX, hasta los ´70, el libro era más fetiche. Como toda mercancía, el libro tiene dos valores: uno de uso, que sería el valor cultural, y otro el valor comercial, donde un empresario gana plata o se quiebra. Antes estaba más privilegiado el valor de uso y el libro durante siglos fue el único transmisor de saber y conocimiento científico. Con lo cual, era un elemento imprescindible en la cultura y en el armado cualquier sociedad, tanto en su memoria como en sus avances. El cine y la televisión le quitaron horas de lectura al libro, al igual que la radio. En el siglo XIX se leía mucho porque el género popular era la novela, no había otra competencia.

-¿Los indicadores de ventas que publican los diarios son confiables?

-Más o menos.

-¿Cuál es la tendencia de ventas? ¿En aumento, descenso o estable?

-Las ventas no bajaron. Hay un crecimiento de lectores, aunque no de acuerdo al boom de población mundial. Hoy no se vende menos que en los ´70, sino otro tipo de libros, más vinculados con el ocio. El lector busca libros más ágiles.

-¿Qué es lo que marca el éxito de un libro?

-En el libro no hay reglas. Cuando querés establecer una ley siempre aparece un contrafáctico que te lo niega. Hay autores mediáticos que venden mucho pero también hay otros con los que no pasa nada.

-¿Cómo surge ese tipo de libros?

-En general son libros activos, en los que el editor va a buscar al personaje mediático.

-El cambio del lector impone un cambio en la escritura, ¿no?

-Sí. Las editoriales crean gusto y tendencia, pero también reflejan lo que se va dando en la sociedad. El libro siempre está en crisis, como todo producto en la modernidad. Siempre está en movimiento.

-¿Cuál es la mayor amenaza del libro?

-Las nuevas tecnologías que compiten con el libro.

-¿Se incorporan lectores jóvenes?

-Es raro. Porque algunos dicen que es difícil incorporar a los jóvenes y de pronto sale un fenómeno como Harry Potter que no para de venderse.

-¿Cuál es el secreto?

-Es un misterio cómo funcionó porque son varios tomos y gordos. ¿Cómo fue tan rápido el boca a boca? Ni idea. A la autora no la conocía ni su madre; una escocesa separada que a duras penas podía sobrevivir con su hija. Como en el fútbol, no hay leyes. Por más que se supone que Brasil le gana a cualquier equipo, la gracia está en que puede perder como cualquiera.

-¿Hay algún método para seleccionar lo que se publica?

-Hay un cambio. Cuando empecé era más intuitivo, ahora es mucho más profesional.

 

JUAN IGNACIO PEREYRA
ipereyra@netkey.com.ar

Claudio Rabinovitch
crabinovitch@rionegro.com.ar

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