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La decisión
Ya está. Tomaste la decisión. Vos sabés por qué. Lo que no sabés son la reacciones en cadena que vienen ahora.
¿Viste el efecto dominó? Bueno, eso. (Por Luisa Peluffo)

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Ya está. Tomaste la decisión. Vos sabés por qué.

Lo que no sabés son la reacciones en cadena que vienen ahora. ¿Viste el efecto dominó? Bueno, eso.
Por un lado es como si toda la gente a la cual se lo contás se replanteara la vida entera a partir de tu decisión y todos empiezan a darte explicaciones de por qué no hacen lo mismo. Y vos no querés eso. Vos estás feliz con tu proyecto y querés compartirlo.

También vas a comprobar que para muchas personas nuestro país termina en la Avenida Gral. Paz y entonces te
escuchan con cara de “qué locura” y no faltan gestos agoreros tipo “ya va a volver a la realidad”. Tampoco faltan los que te dicen horrorizados: “yo jamás podría irme a vivir fuera de Buenos Aires...”

Pero felizmente también hay gente que reacciona “normal” digamos y te felicita y te desea suerte e incluso te ofrece algún contacto que te puede interesar, porque conoce a alguien que se vino.

Y a pesar de aquellas voces pesimistas, toda esta etapa es muy estimulante, porque todo lo que hacés tiene que ver con tu proyecto. Es la etapa de “enamoramiento”. Yo me acuerdo que por un lado pensaba en cosas prácticas como, por ejemplo, el abrigo que tendríamos que traer y por otro en cosas poéticas, como que iba a cumplir la leyenda del Limay.

También luchaba con una contradicción, en mi caso era que siendo muy urbana y gustándome la ciudad y todo lo
que te ofrece, me iba a un lugar que me atraía mucho y donde me había sentido muy bien, pero donde te caes del mapa... Y lo que me decidió en esos momentos de duda fue mi hijo de dos años. Era muy fiero el clima que se vivía en Buenos Aires por aquellos tiempos y si algo tuve claro fue que no quería que se criara en ese ambiente de violencia y temor.


Los amigos

Tus amigos, al principio, se van a quedar de una pieza ¿cómo es que vos que sos un animal del asfalto vas a dejar
Buenos Aires o Córdoba o Rosario, o cualquiera sea la ciudad que te vio nacer? ¿cómo vas a sobrevivir lejos de la urbe?  Pero sobre todo y esto es más válido, ¿cómo vas a sobrevivir sin ellos? ¿cómo es que los vas a abandonar así como así...? “Vengansé ustedes también” les proponés. “No es tan fácil” contestan.Y aquí es donde la mayoría de tus amigos se replantea interiormente por qué, si vos tomaste esta sabia decisión, ellos no hacen lo mismo...

Pero es cierto, no es fácil y todos encuentran mil justificaciones, válidas, acertadas; pero son sus razones, no las
tuyas. Aunque por ahí, en una de esas, alguno te sigue. Ojo, eso puede funcionar si en las malas no te hace responsable de su decisión. Porque en todo cambio, y viene bien que te hagas a la idea, hay buenas y malas.
Llegados a este punto es importante, como te digo en el capítulo anterior, que tengas en claro por qué querés venir al Sur. Por lo menos tan claro como las razones que – invariablemente – se van a sentir obligados a dar tus amigos para no hacer lo mismo: el trabajo, la profesión, el psicoanalista, los colegios de los hijos (porque piensan que en el Sur no hay escuelas), el paisaje de la montaña los deprime, la mujer (yo me iría, pero ella no quiere), el marido (yo me iría, pero él no quiere), los respectivos padres (no podemos dejarlos) etc.

Tus convicciones valdrán mucho más si resisten la confrontación. Porque cuando empieces a contarlo, todos tus
amigos te van a enumerar todas las razones por las cuales ellos NO vienen al Sur. Vos ni siquiera les has insinuado que se vengan, pero ellos – no me preguntes por qué – se justifican y empiezan a elaborar, como si pensaran en voz alta, por qué no.

Todo un tema. Los vas a extrañar. Pero si son amigos de verdad no dejan de serlo nunca. Además vas a hacer otros nuevos y buenos, pero tené en cuenta que la AMISTAD, así, con mayúsculas, tiene sus ritos,
tenés que darle tiempo porque, como dice la canción de María Elena Walsh: “un amigo nuevo no es lo mismo, te quiere por la mitad...”
Y dado que esos ritos son necesarios “hay que ser muy paciente” y “preparar el corazón”, tal como le advirtió el zorro al principito en el libro de Saint Exupery.

Por Luisa Peluffo 

www.luisapeluffo.com.ar
www.mevoyaviviralsur.blogspot.com

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16.05.2009, 07:42 // walter //
Ufff SI LO SABRE que bueno el comentario sodre "EL DIA DESPUES" al que se toman las decisiones. En general pasa lo linsmo con cualquier emprendimiento que se quiera comenzar, porque las personas que "nos quieren", por rara casualidad no nos alientan sino que "nos protegen" haciendo de abogado del diablo. En fin TODO BIEN

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