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Por la inseguridad

En general uno no toma la decisión a partir de una teoría, o de una idea abstracta, o de un entusiasmo poético.

Casi siempre hay un detonante puntual. Por ejemplo, nosotros nos vinimos al Sur en 1977 porque llegó un momento en que no aguantamos más el clima de violencia que se vivía en Buenos Aires... (Por Luisa Peluffo )


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Detonantes puntuales fueron: la tarde que mi marido en un embotellamiento de

tránsito en pleno centro vio bajar del auto que iba delante

suyo a un tipo de civil, con pinta de gangster, enarbolando

una metralleta para que le abrieran paso. Otro detonante

fue estar en la calle con mi hijo de dos años en su cochecito y

enterarme que a una cuadra acababa de estallar una bomba.

Recuerdo que pensamos en ir a España, pero todavía

gobernaba Franco y no nos decidimos.

 

Tal vez pensamos en Bariloche por la sensación de que al

sur del Río Colorado empezaba otro país, (y era como irnos,

pero no del todo).

 

Y además estaba aquel viaje premonitorio en que me había

despedido “provisoriamente” del Limay...

 

Poco tiempo después del golpe del ’76, mi marido renunció

al trabajo que desempeñaba en el Ministerio de Bienestar

Social por temor a integrar una lista de “prescindibles” (en

aquel momento eso equivalía a un denuncia seguida de

secuestro y desaparición) y esto fue la gota que desbordó el

vaso y nos obligó a concretar nuestra venida al Sur.

 

Y esa fue la tercera vez que vine, antes de radicarnos. Que

vinimos, porque en esta oportunidad lo hicimos por primera

vez juntos, para tomar contacto de nuevo con el lugar y

averiguar el tema de la vivienda que entonces era bastante

problemático.

 

La cuarta vez volvimos con nuestro hijo mayor que

entonces tenía dos o tres años. Unos amigos de amigos nos

prestaron una cabaña de piedra y madera, algo precaria, sobre

el lago Gutierrez. Era mayo y la primera vez que yo vi nieve,

porque nevó y la única calefacción de la cabaña era la cocina

a leña (que estaba tapada) y una gran chimenea... Pero me he

olvidado de todos los inconvenientes y lo recuerdo como algo

abolutamente romántico. A la noche hacía tanto frío en el

dormitorio que arrastrábamos los colchones de los tres frente

a la chimenea y dormíamos iluminados por el resplandor de

las llamas.

 

Yo no sé cuales son tus razones para querer venir al Sur.

Pero no me extrañaría que me dijeras que es porque te han

robado al salir del cajero, o porque algun familiar o amigo

tuyo padeció un secuestro express.

 

Cuando nosotros vinimos a Bariloche, en 1977, la

inseguridad provenía de las fuerzas armadas y la ingenua

sensación inicial – en medio de estos lagos y montañas – de

haber emigrado a otro pais, se esfumó rápidamente cuando

se produjo el secuestro y la desaparición del estudiante

universitario barilochense, Juan Herman (sobre su

desaparición, el director Carlos Echeverría filmó el

documental “Juan, como si nada hubiera sucedido”).

 

Otro hecho, que nos hizo volver a asumir rápidamente

nuestro destino sudamericano, fue que al año de llegar se

declaró la guerra con Chile.

 

Y para que te quede claro que muchas veces las cosas no

son precisamente como uno espera, de pronto nos

encontramos tapando las ventanas de nuestra casa con papel

negro, porque los milicos hacían simulacros de bombardeo .

También requisaron los camiones y las estaciones de servicio,

construyeron mangrullos para mirar la lontananza (en medio

de las montañas...), pintaron una enorme cruz blanca sobre

el techo del hospital y se dispusieron a despachar muertos a

diestra y siniestra, porque a la estación de Bariloche llegaron

macabros trenes con los vagones repletos de brillantes ataudes

de aluminio. ¿Qué tal? Nosotros que huíamos de la violencia,

que queríamos vivir en paz…

 

Han pasado 27 años desde entonces, esa guerra se evitó,

por suerte, no así la de Malvinas y finalmente recuperamos

algo que nunca debimos haber perdido: la democracia. Pero

la poblacion creció muchísimo y la desocupación ha

incrementado también aquí la delincuencia y si bien no se

puede comparar con lo que sucede en una gran ciudad como

Buenos Aires, está claro que al sur del Río Colorado no

empieza otro país, sigue el que tenemos, con sus bolsones de

pobreza y su secuela de delitos. Con su impunidad y su

corrupción.

 

Tambien pienso que los asaltos y los robos a mano armada

y los crímenes y los secuestros actuales, son en gran parte la

consecuencia del terrorismo de estado durante la dictadura.

Pero a lo mejor vos tenés otras razones para venir.

 

 

Luisa Peluffo

 

http://mevoyaviviralsur.blogspot.com

 

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